La carta que dirigió al Presidente Donald Trump, nuestro mandatario Andrés Manuel López Obrador, con motivo de las amenazas que este realizó, al sugerir que aplicaría un arancel general a los productos mexicanos del 5%, si no se detenía el flujo de migrantes que pasan por nuestro país y llegan a los Estados Unidos, está llena de claroscuros.
Hay aspectos que debemos aplaudir, otros que se pueden catalogar como poco afortunados y otros en donde el Presidente raya en una inocencia preocupante.
Aplaudo que el Presidente salga en defensa de los intereses de México, sin duda a nadie le conviene que se impongan aranceles a los productos mexicanos, menos por una situación crónica que ni México, ni su Gobierno pueden resolver de forma rápida.
Sin duda esa es la parte más positiva de la carta, ya que una de las funciones básicas de un Presidente es defender los intereses de la nación que representa.
Sin embargo, creo que nuestro Presidente peca de iluso al pensar que una carta va a hacer recapacitar a Trump, que se distingue por ser un mandatario caprichoso, con nulo tacto diplomático y que prefiere las amenazas al diálogo.
Por ende, me inclino a entender que en realidad el destinatario real de la carta no es Trump, sino todos los mexicanos, a los que Obrador quiere complacer con una muestra de valentía pública.
Como lo mencioné, hay partes de la carta que me parecieron desafortunadas, como un pasaje que dice que pronto los mexicanos ya no tendrán necesidad de migrar, solo lo harán por gusto, si como por arte de magia nos fuéramos a convertir en Finlandia en un año.
Yo entiendo que un político y en especial un mandatario debe ser inspirador y fijarse metas ambiciosas, pero también es importante ser responsable con las declaraciones y no hacer compromisos que no se pueden cumplir, ya que suena difícil, incluso dentro de los próximos 10 años, que se pueda erradicar al máximo la migración ilegal de mexicanos a Estados Unidos, aún y cuando en los últimos años ha ido consistentemente a la baja.
@victorsanval
