Salta a la vista que pactar no es una de nuestras preferencias. En vez de tomarlo en su sentido más noble de negociar, estipular, llegar a un acuerdo, lo tomamos en su aspecto peyorativo de ceder, amañar, consentir, que no figuran en nuestras actitudes, tradiciones o ADN, como se dice ahora. Cuando el pacto es el cemento de la democracia, la única forma de encontrar un terreno común entre opiniones distintas. Sin consenso no hubiéramos logrado nunca el único gran éxito en la historia política, la Transición: pasar de la dictadura a la democracia sin sangre, cediendo cada uno para ganar todos. Pero pronto adquirió en ambos bandos los tonos tristes de transigir, que fueron acentuándose hasta acabar en el...
Ver Más