Kilian Jornet gana la durísima maratón de montaña de Zegama por novena vez en sus diez participaciones
“¡Y encima sonríen!”, se asombra un espectador, que lleva horas sentado en una ladera empinada, mientras disfruta del sol. Los atletas ascienden hacia la ermita de Sancti Spiritu -¿a quién se le ocurrió levantarla allí?- después de 19,6 kilómetros, algunos casi a gatas por la pendiente; los más fuertes, erguidos, pero sufriendo, y todavía tienen ganas de sonreír y chocar las manos en medio de la multitud que les espera, les aplaude, les jalea, y se abre a su paso, camino de la cima del Aizkorri, a 1.523 metros. Hace mucho que han dejado de escuchar el Titans de Vangelis que les despidió en la salida de Zegama, a las nueve de la mañana, ya con casi 20 grados de temperatura.