Conformes: la Final, como partido, valió tres cacahuates. Como espectáculo, fue deplorable…
No hasta el punto de demeritar la coronación de los “Tigres” ni de proclamar a “Tuca” Ferreti, su técnico, como uno de los tantos genios del antifutbol que en el mundo del futbol ha habido, pero, hasta donde alcanza a percibirse, quedó la sensación generalizada de que el flamante campeón de la Liga MX se quedó muy por debajo de sus potenciales alcances; de que planteó y desarrolló los dos partidos de la instancia decisiva, y muy particularmente el del domingo en León, con una aplicación extrema a la táctica que le garantizara el resultado que buscaba, sí…, pero, también, con un desdén absoluto, rayano en el desprecio, a las expectativas del público.
Se entiende que “Tuca” y sus filibusteros no podían tener como prioridad complacer a los miles de aficionados que estuvieron en las tribunas -y que mayoritariamente esperaban que su equipo revirtiera el marcador del partido de ida-, ni a los millones que lo siguieron por televisión, interesados en ver un encuentro brillante y emotivo.
Por desgracia, para los profesionales del futbol, el valor supremo de su oficio se concreta en los resultados. Todo lo demás son zarandajas.
Nacho Trelles, el técnico que más títulos ha ganado en México (ahora ex aequo con “Tuca”, precisamente), respondió con una de sus peculiares frases lapidarias a algún periodista que le preguntó si cierto partido podría resultar espectacular:
- El que quiera espectáculo, que vaya al circo.
Helenio Herrera y Carlos Bilardo a nivel internacional, Ricardo de León -campeón con el Toluca en la campaña ’74-75- a nivel local, Diego Simeone con el actual Atlético de Madrid, han sido etiquetados como villanos del futbol por sus tácticas, orientadas primordialmente a destruir lo que pudieran construir sus adversarios. Su método consistía en estudiar las fortalezas de los rivales, y llegar, en su afán de neutralizarlas, al límite mismo del Reglamento. Se valían de recursos tácticos válidos, ciertamente… pero también de artimañas que ni el buen aficionado ni el crítico objetivo pueden reprobar, ciertamente, porque no violan la esencia de las Reglas del Juego… pero tampoco aprobar, porque lo deseable, lo que ha hecho del futbol el más popular de los deportes, es el buen deseo de que se cumpla, vía de regla, la máxima de “que gane el mejor”; no el más ladino…
