Ted Neeley se define como “un ruidoso y afortunado baterista de rock and roll de Texas”. Sin embargo, cualquiera que haya visto “Jesus Christ Superstar”, ya sea en un teatro o en una pantalla, le reconocerá como Jesús de Nazaret. Ha interpretado el papel desde 1971, cuando se estrenó el musical de Broadway que dos años después fue inmortalizado gracias al filme de Norman Jewison. Ahora, el baterista rockero regresa a Madrid con el longevo espectáculo después de girar por Italia, donde lo interpreta desde hace veinte años, Holanda y Alemania. Mañana reestrenará “Jesus Christ Superstar” en versión original con sobre títulos en español en el Teatro EDP Gran Vía, donde estará hasta el 9 de junio.
Sentado en una banqueta sobre el escenario, con gafas y boina, la energía del septuagenario Neeley es indiscutible. Además de actor y cantante es un contador de historias. Cada respuesta de la entrevista se convierte en una anécdota: cómo conoció a su esposa durante el rodaje de la película en Israel mientras escuchaban a lo lejos los últimos bombardeos de la Guerra de los Seis Días; cuando una niña estadounidense le dijo tímidamente después de una función: “Señor Neeley, usted es mi Jesucristo”; y cómo nació cantando, en lugar de llorando, a decir de su madre y su padre, también músicos.
Neeley, que creció en Ranger, una ciudad de 2.000 habitantes en Texas, recuerda que durante su infancia la vida giraba en torno a la Iglesia y que esa experiencia le ha servido a la hora de interpretar al personaje, aunque, al mismo tiempo, asegura que en todos estos años no ha dejado de investigar “el lado humano de ese hombre llamado Jesús”.
Admite que “es confuso e inusual” que miles de personas reconozcan en él al hijo de Dios, pero agradece que el musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice “acerque a las personas a la cristiandad, especialmente a los niños, que gracias a la música entienden mejor su historia”. También afirma que muchos curas jóvenes en Italia, donde ha interpretado el papel en cientos de funciones, le han dicho que decidieron entrar al seminario después de ver la película que protagoniza.
El musical recorre los últimos siete días de la vida de Jesús de Nazaret, todo a través de canciones, ya que no hay apenas diálogo, y fue concebido desde el punto de vista de Judas Iscariote. Después de décadas interpretándolo, Neeley no tiene intención de jubilarse: “La gente siempre me pregunta: “¿Qué edad tienes?”, y yo les digo: “Treinta y tres” (risas). “¿Cómo es eso posible?”, me preguntan. Y les explico que cuando cumplí 33 mi familia me organizó una maravillosa celebración de cumpleaños porque finalmente había llegado a la edad que tenía mi personaje. Fue una experiencia tan genial que decidí en ese momento que cada año cumpliría 33. Así que los he celebrado unas 40 veces”.
Aunque ahora "Jesus Christ Superstar” es inmensamente popular y cuenta con el apoyo del Vaticano gracias al Papa Pablo VI, que vio la película junto al director y le dio su bendición, Neeley recuerda que cuando se estrenó en Broadway en 1971 docenas de personas se reunían cada noche a las puertas del teatro para protestar contra el espectáculo.
El intérprete incluso recuerda que aquellos primeros años tenía miedo de subirse al escenario “era la época de la guerra de Vietnam y las protestas antisistema y antireligión, por eso pensaba que podían dispararme durante la escena de la crucifixión. Pero han pasado algunos años y nadie me ha disparado. Aquí sigo, me siento más confiado con cada función y más cerca de la fe gracias a la reacción espiritual que percibo de parte del público cada noche”. ¿Fue entonces Jesús la primera rock star de la historia? “Por eso protestaban tanto en aquellos años (risas). Lo cierto es que su leyenda, creas o no en ella, ha durado más de 2.000 años. Eso es ser una estrella”.
A pesar de la enorme carga emocional de la historia –Neeley afirma que ha llorado en cada una de las funciones– asegura también que no se ha cansado de interpretar a Jesús. Para ilustrarlo, cuenta otra historia: “Dos de los miembros del reparto original de la película, Carl Anderson, que hizo de Judas, y Barry Dennen, que interpretó a Poncio Pilato, ya fallecieron. Ahora están allí arriba ayudándonos a los que seguimos aquí. Así que en mi último cumpleaños miré al cielo y les dije: “Carl, Barry, ¿podrían decirle de mi parte a Dios que me gustaría hacer este espectáculo durante otros 2.000 años, y siempre a la edad de 33?””.