“A los que murieron: las luces iluminan el camino de aquellos que aceptan a Dios y a los más altos de sus hogares. A nuestros compañeros muyahidines, los verdaderos creyentes, son la piedra angular y el núcleo del estado (...), destruye a los enemigos de Dios y arruina sus narices con la lanza y un bastón. El Mensajero de Dios y el Creador de los cielos y la tierra hicieron que los ángeles regresaran a ellos, por lo que no tomaron ninguna otra acción y alabanza”.
De esta manera comienza un manual yihadista de explosivo, los materiales para confeccionarlos, precauciones a tomar, etcétera. En total, 874 páginas, sobre cuyo contenido LA RAZÓN, lógicamente, no ofrece detalles.
Entre los asuntos que se abordan en el manual, figuran de los embalajes de los artefactos, su lanzamiento (si se trata de cohetes), minas terrestres, sustancias explosivas, efectos de la deflagración, reglas de seguridad, amplificadores y sobre una sustancia que, esparcida en una zona mediante un explosivo, puede causar una gran mortandad: el antrax.
