El invento de la luz eléctrica es uno de los que más cambió la forma de vivir de los seres humanos a partir del siglo XX. La luz que ilumina un foco, que recarga un celular, que bombea el agua que alimenta nuestras llaves y los campos que producen lo que comemos, ya no nos parece motivo de asombro. Ni siquiera sabemos de dónde proviene ni cómo se genera. Cada vez es más difícil la generación de energía eléctrica para los más de 125 millones de mexicanos y el impacto ambiental para producirla deja huellas preocupantes que además nadie quiere tener cerca. Hay diferentes grados de impacto ambiental en cada forma de generar electricidad. Hay tecnologías mucho más limpias que otras, pero México aún necesita andar un largo camino para transitar hacia ellas, a la energía eólica y solar, que comparadas con las que queman carbón o petróleo son infinitamente mejores.
Las energías limpias harán la diferencia para detener el cambio climático. Para los gobiernos que aún minimizan su existencia, la plaga del sargazo en las playas de la Riviera Maya, un alga que se reproduce excesivamente entre otras cosas por el aumento de la temperatura global del agua debido al consumo de combustibles fósiles, es una clara llamada de atención para quienes insisten en seguir atados a tecnologías del pasado.
Tan les ha alcanzado la realidad, que ahora han tenido que aceptar que una planta de luz que funciona con gas natural es mucho menos dañina que una planta de combustóleo o de carbón. Quizá fue por eso o porque la escasez de generación de luz nos alcanzó, que el gobierno de López Obrador retomó la puesta en marcha de la termoeléctrica de Huesca, en Morelos, eslabón final del PIM que consistió en construir un larguísimo gasoducto de casi 160 kilómetros en su última fase. Aunque las constructoras fueron las empresas españolas.
En febrero de 2019 se llevó a cabo una consulta pública local acerca de la terminación de dicha termoeléctrica, diseñada para abastecer de electricidad a casi todo Morelos. El gobierno de López Obrador supo con certeza que sin esa planta, los apagones en el sur de la ciudad de México y en Morelos estarán a la vuelta de la esquina, tan cerca como este octubre de 2019. La consulta, aunque se llevó a cabo ya en la administración actual, se hizo con una metodología que no es pública ni estuvo vigilada como debiera estarlo, por lo que jurídicamente no es vinculante. El imperio de la ley no es precisamente popular en este momento, así que las consultas poco rigurosas se han usado para respaldar decisiones del presidente. Otras tecnologías como la eólica y solar, que antes eran muy caras para generación masiva, han tenido un notorio avance en estos últimos años. México es un país de muchas horas/sol al día y buen viento en varias zonas del país, y sin embargo, la CFE no parece muy interesada en impulsarlas. En el estado de Puebla se ha incursionado en los últimos años para generar luz eólica de manera seria y exitosa con base a las reglas de la reforma energética, hoy en la congeladora. Averigüemos de dónde viene nuestra luz y pensemos: ¿De dónde es mejor que venga? Cualquier proyecto que se proponga debería estar perfectamente alineado a la normatividad ambiental, sometido a una absoluta transparencia.
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