Covadonga esperaba junto a su hijo Alonso en una sala del hospital Sant Joan de Deu en Barcelona. Fue allí donde el niño movió por primera vez la mano y lo hizo para alcanzar a un perro de asistencia que se encontraba en ese mismo espacio. A partir de ese momento, la madre supo que el menor, que padece una enfermedad rara denominada KCNQ2 que le mantiene en una silla de ruedas sin apenas movilidad, necesitaba un perro de asistencia para poder mejorar su día a día en la medida de lo posible. Ahora, Castilla y León se ha dotado de una ley que regula esa figura que ayuda a personas con discapacidad y algunas enfermedades y les permite el acceso a todos los lugares a los que ya podían acceder los perros guía e incluso
recoge acciones una vez llegada la «jubilación» de estos canes.
La primera barrera la encontró la familia de Alonso en los alrededor de 20.000 euros que cuesta un animal como éste. Pero, encontraron la solución al hablar con un educador que les transmitió que había experiencias de este tipo con perros que habían sido abandonados que estaban dando «buenos resultados en el plano sensorial y psicológico». Así que se pusieron manos a la obra. Buscaron en protectoras al posible candidato y no hubo dudas. Alonso balbuceó y empezó a reírse en cuanto vio la foto del elegido, un mestizo que estaba en Sevilla.
Y así aterrizó Denzel -mezcla de labrador y braco de color marrón- en su hogar para dar un giro de 360 grados. Ya son dos años y medio junto a esta familia salmantina y «la experiencia no ha podido ser mejor», resume su madre. «Tienen una conexión difícil de explicar», relata. Y es que el perro está «siempre pendiente» del niño, «no se separa ni un segundo», explica Covadonga, que agradece todo lo que Denzel está aportando a Alonso y que sea algo así como su ángel de la guarda.
En una ocasión al menor le subió mucho la fiebre y Denzel aullaba mucho, «se puso muy nervioso». Cuando llegaron al hospital el niño tuvo una convulsión epiléptica. «El perro sabía lo que iba a pasar» y por eso reaccionó de esa manera, considera convencida la progenitora. Y es que hay perros que, una vez reciben entrenamiento para ello, son capaces también de detectar una crisis epiléptica o una subida de azúcar en personas diabéticas. A estos perros se les llama de alerta médica y, aunque no es el caso de Denzel, sus dueños creen que sí tiene un don especial para detectar los posibles problemas que pueda sufrir Alonso.
«Le ha cambiado la vida»
«Le ha cambiado la vida a mejor». Un ejemplo es que el cuello del niño «está mil veces mejor, mucho más fortalecido» porque, «sin saberlo», el perro despierta en él un interés y ayuda a que fije su atención. «Hemos descubierto muchas más capacidades», indica Covadonga sobre su hijo.
Por eso, el siguiente paso es acreditar al animal como perro de asistencia conforme a la nueva ley autonómica para intentar que «Denzel no se separe nunca de Alonso» y que le acompañe también en sus terapias porque le «calma mucho».
Por ahora, el animal no acude con el niño al colegio y tampoco puede hacerlo al hospital en el que le tratan en Barcelona. Al centro sanitario podría asistir si estuviese acreditado y también podría entrar en el aeropuerto de la ciudad, pero, por el momento y hasta que el perro cuente con esa distinción, no podrá ser.
La nueva norma ha sido una alegría para esta familia salmantina. «Sobre el papel es fantástico», pero habrá que ver «cómo funciona en el día a día» y concretar algunos flecos como qué organismo será el encargado de otorgar el «diploma» como perro de asistencia y qué «examen» tendrá que pasar Denzel. Pero para eso tendrán que esperar al menos seis meses porque tal y como recoge la normativa no entrará en vigor hasta pasado ese plazo.
Cinco categorías
El texto recoge cinco categorías de perro de asistencia: el guía; de servicio, que ayuda a la autonomía personal de personas con discapacidad; de señalización de sonidos, para personas con problemas auditivos; de alerta médica y para personas con autismo. Todos ellos deberán estar suscritos en un registro que la administración debe habilitar y tendrán que portar una identificación visible.
Se amplía el acceso para estos animales a los lugares a los que ya podían acceder los perros guía, una figura que estaba regulada a nivel estatal. Así, los perros de asistencia tendrán las puertas abiertas a museos, archivos, bibliotecas, instalaciones deportivas, centros comerciales, hoteles, albergues, espacios naturales y medios de transporte. Accederán, además, cuando sea necesario, al puesto de trabajo de sus usuarios, siempre con pequeños intervalos para proporcionar al perro momentos de esparcimiento y la empresa estará obligada a adecuar el puesto para la entrada del animal.
Tendrán prohibido el paso en situaciones especiales como los quirófanos o las zonas de manipulación de alimentos, pero más allá de eso, todo aquel que les prohiba el acceso a los lugares a los que esté permitido se enfrentará a multas que podrán llegar a los 10.000 euros. Se obliga, también, a los dueños de los canes a mantenerlos en buenas condiciones y a garantizar su higiene y bienestar. El texto habla, incluso, de la situación de «jubilación» de los canes. Cuando los perros lleguen a esa etapa porque se extinga la vinculación con su usuario será objeto de «especial protección» por parte de la administración y, cuando sigan teniendo cualidades, podrán establecerse convenios para que realicen otros «fines sociales».