Es la pesadilla de cualquier madre de familia. Te descuidas unos segundos, y tu hijo pequeño ya no está a tu lado. En la mayoría de los casos el corazón estrujado se recupera unos segundos después, al ver al menor unos pasos más allá, pero si el niño o niña no aparece pronto, entonces el pánico aparece con toda su carga explosiva.
Eso pasó el fin de semana en un centro comercial de Zapopan. Una joven pareja con dos hijos tuvo la mala fortuna de mirar hacia otro lado por un momento, y uno de los chicos, al parecer de cuatro años, desapareció de su vista. Por supuesto que la mamá se alteró, sobre todo porque el niño no aparecía. La mayoría sabemos el desenlace de la historia, que tuvo un final feliz pese a todo: el niño en su inocencia se fue por su cuenta a una juguetería del centro comercial. Allí fue encontrado tras la angustia generada.
Reitero que fue un final feliz pese a todo, pero del incidente me quedan un par de reflexiones.
Primero la solidaridad. No estuve presente en el sitio, pero alguien que sí atestiguó el caso cuenta cómo se activó una red de personas que, sin conocerse, actuó para ayudar a los angustiados papás. Muchos copiaron con su celular una foto del niño mostrada por su papá en su propio teléfono, para salir a recorrer los pasillos en busca del menor. Otros se organizaban para hacer guardia a las puertas del centro comercial y evitar que el niño saliera a la calle, sólo o de la mano de alguien. Algunos intentaban revisar los autos que salían del sitio. Bien por los ciudadanos. Eso es lo que cualquiera de nosotros esperaría en un caso así.
La otra reflexión es algo negativa. Ante las desgracias que comienzan a volverse cotidianas, lo primero que pensamos cuando se pierde un niño es en un acto criminal. Es triste, pero es real. Como me decía alguien ayer, “ya estamos siscados”. No será fácil, pero necesitamos regresar a la vida tranquila en Jalisco. La merecemos hoy, y debemos asegurarla para siempre.
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