«Green es el último de los caballos de mi padre. Fue un regalo de los Cabanas, hace cinco o seis años, y ahora lo cuida el mejor amigo de mi padre», nos explica el líder de Vox, al tiempo que matiza «que no es el mismo con el que se hizo el famoso spot publicitario. Esos caballos que dieron tanto que hablar en Andalucía eran de un amigo de José Antonio Morante, que nos los prestó para aquel paseo». Abascal tiene claro «que el caballo es un buen compañero en la montaña y en la llanura, un animal de una nobleza extraordinaria», pero no anida en él ninguna intención de humanizar a los animales «porque aunque les atribuyamos, en ocasiones, características propias del hombre, son lo que son. No es bueno confundir la naturaleza de las cosas y tampoco la de los seres vivos».
Para él, Green significa, sobre todo, «el recuerdo de los paseos con mi padre. A sus lomos, y a los de Mozart o Ayala (otros caballos de mi progenitor). Hemos hecho miles de kilómetros por nuestra tierra. Tantos, que hasta los etarras lo sabían, y quisieron asesinarle esperándolo en una de esas rutas». A la pregunta de por qué ni perros ni gatos, ni otro tipo de mascotas, responde: «Los caballos, en casa, son tradición familiar. No son mascotas, son animales unidos a los paisajes del Valle de Ayala, mi tierra». Y si ligamos la nobleza de ellos a la fiesta nacional, o cómo pueden enfrentarse caballo y toro en el albero, Santiago Abascal contesta rotundo: «Matamos a diario todo tipo de animales para llenar nuestras despensas. Entiendo que haya gente a la que no le gusten los toros; lo respeto, pero no puedo entender que se pretenda prohibir la existencia de un animal (porque prohibir la Fiesta Nacional es condenar al toro de lidia a la extinción) cuando precisamente es el único animal al que damos porte con todos los honores y respeto».