Nada ha trascendido sobre la razón y las pruebas de la Fiscalía de Estambul para ordenar la detención de hace dos semanas a dos supuestos espías de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) -en realidad dos ciudadanos palestinos-, Samer Samih Shabaan y Zaki Mubarak, por presuntos vínculos con el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. Pero el caso se complicó esta semana cuando Turquía anunció que uno de los prisioneros se había suicidado en prisión.
«Uno de los dos detenidos por las autoridades de Turquía bajo la acusación de haber espiado a favor de Emiratos Árabes Unidos se ha quitado la vida en la cárcel», ha informado un responsable del Ministerio de Justicia turco a la agencia de noticias Anatolia. Sin embargo, los familiares del palestino fallecido, identificado como Zaki Mubarak, cuestionan el suicidio y alegan que murió bajo custodia turca después de ser arrestado por cargos falsos de espionaje. Añadieron que las acusaciones contra él eran «de risa» y que creen que fue detenido con la ayuda de miembros de la Hermandad Musulmana por su abierta oposición a ellos y a la organización Hamas.
Su familia en Gaza dice que seguirán luchando para descubrir la verdad sobre la muerte de Zaki Mubarak. La Policía turca reveló que lo encontraron ahorcado en su celda en Estambul pocos días después de ser arrestado, por lo que Ankara dice que estaba espiando a los disidentes árabes en el país. «Es imposible que Zaki se quitara la vida. Estaba cien por cien seguro de que sería liberado», dijo el hermano de Zaki, Zain Al Din, al diario con sede en en Abu Dhabi «The National». «Su abogado nos aseguró que sería puesto en libertad en dos días. ¿Por qué querría quitarse la vida?», subraya su hermano que, además, asegura que la familia había hablado por teléfono con Zaki y que él se había «reído», llamando a su detención «unas vacaciones». «Mi hermano temía que lo estuvieran usando como un peón político», concluyó Al Din.
Posición en Siria
Con el paso del tiempo, analistas turcos afirman, en privado por miedo a las represalias, que esta operación es el típico recurso de los dictadores de buscar un enemigo exterior para intentar tapar los graves problemas internos.
Turquía, entre otros problemas para el presidente, Recep Tayyip Erdogan, se encuentra en recesión económica con problemas de empleo. La Comisión Electoral de Turquía confirmó la derrota en el ayuntamiento de Estambul del partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan, y en Ankara.
En el ámbito exterior, el Gobierno turco se distancia de Occidente por su posición en Siria contra los kurdos que combatían a los terroristas del Daesh. Además, afronta un complicado litigio armamentístico por los aviones de combate F-35 con Estados Unidos por su acercamiento a Rusia a quien ha comprado misiles antiaéreos S-400, un preocupante distanciamiento con la OTAN y un papel activo en conflictos de Oriente Próximo como Libia, frente a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
Sin Estambul y Ankara
Los analistas políticos turcos subrayan que estas detenciones, ante los graves problemas internos, resultan un intento torpe de desviar la atención de la opinión pública turca hacia un enemigo fantasma en el exterior. Estos analistas recuerdan el supuesto intento de golpe de Estado en julio de 2016 por parte de algunas unidades de las Fuerzas Armadas, encabezadas por un gran enemigo en el exterior, el predicador Fetulá Gülen. Miles de ciudadanos turcos fueron detenidos y perdieron su puesto de trabajo.
Estados Unidos ha negado la extradición de Gülen, que vive exiliado en Estados Unidos y que rechaza cualquier relación con lo que se considera un autogolpe de Erdogan para recuperar iniciativa política en un momento débil para sus intereses, tras dos elecciones generales donde no consiguió la mayoría que pretendía para reformar a su gusto la Constitución y donde tuvo que soportar que el partido prokurdo (HDP), el partido Democrático de los Pueblos, entrara en el Parlamento.
Se acaba la sensación de que el nuevo Sultán, como se le conoce a Erdogan por sus últimas actuaciones y su mansión, y su partido son invencibles, tras los resultados de las elecciones municipales con la pérdida de Estambul y Ankara.
La Comisión Electoral turca confirmó el triunfo de Ekrem Imamoglu, el político socialdemócrata que ha acabado con 25 años de dominio de partidos islamistas en la alcaldía de Estambul, es una estrella al alza en la política turca.
Imamoglu, de 48 años, es la figura política que podría vencer en las urnas a Erdogan tras verse perfilado, con mucho respaldo popular, como uno de los nuevos dirigentes del Partido Republicano del Pueblo (CHP), el principal de la oposición. Tiene potencial incluso para dar un vuelco a la política de Turquía en los próximos años.