La investigación no bautizó por error la muerte del joven rumano Alexandru Walter como el «crimen da Esmorga», porque el relato de los hechos que acabaron con el cuerpo de la víctima en un embalse de O Carballiño recuerda en muchos de sus pasajes a la novela que Blanco Amor ambientó en la ciudad de Auria. En esta transposición ficticia de su Orense natal, el autor narra una noche de juerga y borrachera por las tabernas de la urbe con unas consecuencias fatales para los tres protagonistas. Algo parecido a lo que se desencadenó cuando Alexandru se unió a Eduardo y Óscar en una fiesta nocturna de la que no salió con vida. Según los hechos que estos días se juzgan en la Audiencia Provincial de Orense, aquel 20 de diciembre de 2014 el consumo de alcohol y drogas degeneró en una violenta pelea que se trasladó de un pub de O Carballiño a la casa de uno de los acusados.
La fiesta empezó a tornarse en tragedia cuando el tono se elevó entre Alexandru —un perito calificó la tasa de alcohol en sangre como «casi mortal»— y Óscar, que presuntamente se echó al joven cuando éste se refirió con expresiones vejatorias a su hija pequeña. En medio estaba Eduardo, que en algún momento de la trifulca, tomó la pistola con la que sacrificaba a los cerdos para atacar a Alexandru. De ello dejó constancia su mujer, que se despertó por el ruido y llegó a increpar a los implicados. Después de hacerle unas curas al agredido, cogió a sus tres hijos y se fue porque temió que la cosa podría ir a peor. Y así fue. Las declaraciones de unos y de otros —había un cuarto hombre presente, que también se quitó del medio en ese momento— apuntan a que los tres implicados volvieron a las manos ya sin testigos.
Versiones contrapuestas
Lo que ocurrió desde que se quedaron solos en la casa hasta que a las 9 de la mañana Alexandru acabó en un embalse deberá dirimirlo un tribunal popular, porque cada uno de los dos acusados aporta su versión. Eduardo defiende que fue Óscar quien arrojó al chico al canal después de que amenazase con violar a su hija. Incluso llegó a decir que él había tratado de rescatarlo del agua, sin suerte. El segundo en discordia, Óscar, argumenta que Alenxandru cayó al agua durante un forcejeo entre los tres. Pero una y otra versión no casan, no sólo entre sí, sino con las evidencias que obran sobre la mesa y que estos días se han presentado en la vista oral. De entrada, los forenses confirman que Alexandru murió ahogado y que antes de fallecer «sufrió un puñetazo muy fuerte en la boca y dos golpes en la cabeza». Postmortem se originó la brecha «situada del lado derecho de la cabeza, que permitía ver parte del cerebro desde fuera». En lo que concierne al escenario del crimen, los agentes de la Guardia Civil mantienen que es «muy difícil» pensar en una muerte accidental, porque tanto la casa donde la juerga viró en tragedia, como el coche en el que trasladaron al joven, fueron limpiados minuciosamente. Sobre el posible forcejeo en las inmediaciones del canal, las pruebas practicadas revelaron que «no es fácil caer por el hueco de la barandilla al agua». Además, había muestras de agarre de las manos de la víctima en la parte superior de la barandilla, lo que indica una lucha por salvar su vida. Atendiendo al testimonio de uno de los peritos que participaron en el juicio, Alexandru fue basculado por encima de la baranda inmediatamente antes de que su cuerpo se precipitase al agua. A este hecho se suma el paraje elegido, «un lugar aislado, poco frecuentado y propicio para cometer un delito», indicó uno de los investigadores. La familia de la víctima lo califica como un chico «pacífico» que quería ir a la universidad. Critican que fue «lanzado al agua como un perro» y que los dos acusados de su asesinato están en libertad. La acusación particular que los representa pide 25 años de prisión para cada uno de ellos, frente a los 18 que solicita el Ministerio fiscal por un delito de asesinato con alevosía. En la cara opuesta, las defensas exigen la libre absolución de sus clientes por entender que la muerte de Alexandru fue «una fatalidad», a secas.
Frío y muerte
Igual que en la novela que inspiró el sobrenombre del caso, las voces de unos y otros se van intercalando para tratar de aclarar lo que ocurrió aquella aciaga madrugada de la que uno de sus protagonistas nunca despertó. El mal tiempo, frío e invernal, también conecta la ficción con la más cruda realidad, la de las gélidas aguas que arrastraron el cuerpo de Alexandru hasta el embalse donde fue localizado por unos cazadores. En la novela de Blanco Amor, los tres esmorgantes perecen después de una noche de excesos y descontrol. En el plano de la realidad, solo uno de los implicados perdió la vida. La de los otros dos depende de la decisión de un tribunal popular que deberá reconstruir cada uno de los pasos que dieron aquella madrugada para filtrar la verdad.