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A estas alturas de temporada, los partidos de Liga se dividen en dos grupos, el de los equipos que se juegan algo y el de los que no se juegan nada. A este último conjunto pertenecía el choque que disputaban Espanyol y Atlético de Madrid, con sus objetivos completamente cumplidos. El Atlético llegaba a Cornellá sintiéndose subcampeón de Liga. Solo necesitaba un punto con tres partidos por delante para lograr un segundo puesto de forma matemática que, realmente, no sirve para nada. El Espanyol, por su parte, afrontaba el choque descabalgado de los puestos que dan acceso a jugar en Europa la próxima temporada pero aferrándose al sueño de un milagro que le permita colarse en la séptima plaza para disputar las previas continentales, aunque para ello dependiera de los resultados que pueda lograr el Athletic de Bilbao.
Partido atractivo por los equipos que comparecían en el RCDE Stadium, por los futbolistas que formaban en el verde o por la presencia de los ayudantes de Luis Enrique en el palco de Cornellá en su búsqueda de los mejores representantes para los encuentros de la selección española, pero en cuanto a emoción, solo superaba a un duelo de solteros contra casados o de padres contra hijos. Sensación en la grada de partido amistoso de calidad, pero amistoso al fin y al cabo.
Pero, normalmente, el fútbol suele ser un deporte justo. Y en este caso lo fue con el espectador, con el aficionado y con el socio perico que acudió al campo. El gol de Espanyol fue suficiente para darse por satisfecho. Adriá Pedrosa cogió el balón en el área de Diego López y se disparó hacia la de Oblak, dejando atrás rivales rojiblancos que no podían con su velocidad. El canterano se plantó en pocos segundos en la línea de fondo, 87 metros como un rayo, y su centro fue cortado por Godín hacia su portería, descolocando a su portero y adelantando al Espanyol.
Pedrosa, el jugador pitado, criticado e incluso amenazado por pedirle la camiseta a Leo Messi en el último derbi catalán, adelantaba al Espanyol y se ganaba a los más de 20.000 espectadores que decidieron aprovechar la soleada tarde para animar a su equipo. Era el último minuto de la primera parte y el Espanyol se adelantaba en el marcador.
Gran segunda parte perica
Y con el Atlético tocado, remató el Espanyol su faena en cuanto Munuera Montero permitió la reanudación. Un balón recuperado por los blanquiazules acabó en los pies de
Borja Iglesias tras una asistencia de artista de Melendo, que filtró el balón entre tres defensores rojiblancos. El delantero no falló ante Oblak y dejó medio groggy a los de Simeone.
El gol del gallego espoleó aún más al Espanyol, que atropelló a un Atleti que acusaba la ausencia de objetivos reales. Los de Rubi vivieron uno de sus mejores momentos de la temporada mientras Simeone agotaba los cambios buscando una reacción que no llegaba y Oblak salvaba a los rojiblancos de una goleada.
Se rehizo el Atlético en el tramo final e incluso pudo acercarse en el marcador si el árbitro no hubiera visto una mano de Correa antes de que el argentino batiera a Diego López. Pero era el día del Espanyol. Una carga de Juanfran fue castigada con penalti. Y Borja Iglesias no falló
. Goleada a un Atlético que, de todas formas, podría ser segundo si el Madrid no vence hoy al Villarreal.