No está muerto ni detenido. El líder de Estado Islámico, Abú Bakr al Baghdadi, ha reaparecido este lunes en un vídeo, cuya veracidad no ha podido ser comprobada, en el que asegura que “la batalla del islam contra los cruzados es larga”, pese a la derrota del EI en Siria el pasado marzo.
El cabecilla del Estados Islámico habla en el vídeo sobre los atentados de Sri Lanka, que han dejado 250 muertos, y califica esta cadena de atentados contra iglesias cristianas y hoteles como “una venganza por la caída de Baguz”, uno de los últimos enclaves del EI en Siria. Añade que el Estado Islámico ha llevado a cabo 92 operaciones en ocho países “en venganza por nuestros hermanos en Siria”
El autoproclamado “califa” aparece sentado en el suelo, sobre unos cojines y con las piernas cruzadas, con una larga barba sin recortar y la cabeza cubierta por un pañuelo negro, y a su lado se puede ver un rifle apoyado en la pared de una habitación en la que se encuentran otros hombres no identificados.
En la grabación, publicada en Telegram por Al Furqan, el principal medio propagandístico de Estado Islámico, se ve a Al Baghdadi en un aparente buen estado de salud, pese a que con frecuencia han aparecido rumores sobre su sobre su situación e incluso en algún momento se llegó a hablar de su muerte.
En las imágenes Al Baghdadi aparece conversando con otros militantes del grupo cuyos rostros están tapados. Durante 18 minutos y 22 segundos discuten sobre la caída de Baguz y la guerra contra los “cruzados”.
El contenido de la grabación revelaría que fue realizada recientemente, confirmando que Al Baghdadi estaría vivo, tras largos años de especulaciones sobre su vida.
El vídeo es la primera imagen que se tiene del líder de Estado Islámico desde que el grupo terrorista publicó en julio de 2014 su autoproclamación del ‘califato’, tras la toma de buena parte del norte de Irak y el este de Siria.
Nacido en 1971, Al Baghdadi ha amparado el asesinato de miles de civiles por motivos religiosos y, mediante bárbaros castigos, impuso en sus dominios un régimen teocéntrico y unos usos y costumbres medievales inspirados en los albores del islam.
El reinado de terror que impuso será recordado especialmente por los métodos sanguinarios de los que se servían sus acólitos en sus vídeos propagandísticos, dotados siempre de un impecable e inconfundible sello profesional que ha contribuido a la amplia difusión de sus crímenes y de sus ideas radicales.
A la cabeza del Estado Islámico y haciendo gala de una ambición sin límites, entró en conflicto con el heredero de Osama bin Laden en Al Qaeda, el egipcio Ayman al Zawahiri, a quien Al Bagdadi llegó a tachar de “pacifista” en una arenga. La ruptura entre ambos culminó en abril de 2013, cuando Al Baghdadi anunció la fusión del EI con la filial de Al Qaeda en Siria en una agrupación común denominada Estado Islámico de Irak y del Levante.
Esta decisión, desautorizada por Al Zawahiri, desembocó en su total desvinculación de Al Qaeda en enero de 2014 y en el comienzo de sus enfrentamientos con las facciones rebeldes sirias. A sus éxitos militares en Siria, le siguió una fulgurante expansión por Irak, donde los yihadistas llegaron hasta las mismas puertas de Bagdad, gracias a la huida en desbandada del Ejército iraquí.
En un abrir y cerrar de ojos, Al Baghdadi pasó a dominar un amplio territorio en el que el 29 de junio de 2014 proclamó el califato islámico. El califato se convirtió en un poderoso imán que atrajo a yihadistas de todo el mundo y que propició que sus seguidores, simpatizantes e imitadores hayan ensangrentado las calles de sus países de origen, desde Europa al sureste asiático.