La clave es la cultura de calidad. Desde que en el 2010 el Hospital Clínico Universitario de Valladolid optara por poner en marcha un Plan Estratégico en este campo, muchos han sido sus logros.
Empezaron timidamente. Apenas tres servicios de este centro se animaron a dar ese primer salto que implicaba más tiempo y trabajo con el objetivo de cumplir los requisitos establecidos por la Norma Internacional ISO, cuyos estándares se centran en garantizar al paciente una atención segura y con el mejor trato posible. Fueron la Unidad de Resonancia Magnética, la de Reanimación y la de Prevención de Riegos Laborales.
El reconocimiento recibido y la mejora en el día a día tanto para usuarios como para profesionales sanitarios hizo que tras ellos vinieran muchos otros y a día de hoy son 33 los servicios que han conseguido ese sello que avala su trabajo.
No obstante, la rueda no cesa, y para este mismo año está previsto que se certifiquen otros cinco y ya hay más de ocho a la espera de lograrlo.
Así lo explican a LA RAZÓN el doctor Eduardo Tamayo y Blanca Monje, los responsables de la Unidad de Calidad que, con el apoyo de la gerencia del centro y el trabajo del personal, están llevando su nombre a lo más alto de la calidad sanitaria en España, al ser el hospital público con más servicios certificados por esta norma, una de las más prestigiosas del sector.
«Lo que buscan estos sistemas de reconocimiento es que tengas descritos tus procesos de trabajo desde que un paciente entra en el centro hasta que sale, que la orientación sea la satisfacción del usuario y que se tenga el enfoque puesto en la mejora continua», detalla Monje.
Ellos definen la calidad como el hecho de «hacer las cosas bien y a la primera» para reducir los llamados «costes de no calidad», como puede ser la repetición de pruebas, y todo parece indicar que cumplen con su propia descripción, ya que el 98,3 por ciento de los pacientes están muy satisfechos con la atención, amabilidad y trato del personal recibido en los servicios certificados a lo largo del 2018.
«El secreto de esto, la fuerza, son los profesionales implicados», afirma el doctor Tamayo, quien incide en que, aunque el hospital cuenta con una estructura antigua -que está en proceso continuo de transformación-, los servicios sanitarios que se prestan son «excelentes» con una tecnología «de última generación en el bloque técnico» en aras de prestar una asistencia de calidad a los vallisoletanos.