Los policías que intervinieron el 1 de octubre en los colegios dicen que en ocasiones tuvieron que salir huyendo
Lunes santo. Diez de la mañana. Tribunal Supremo. Medio aforo. La mayor parte de la afición independentista se ha cogido vacaciones. Solo comparecen, bien pertrechados de pañuelos amarillos, unos cuantos integrantes del colectivo Madrileños por el derecho a decidir. Ya se sabe que en la capital del reino, a excepción de mar, hay de todo. El juez Marchena pide que entre en la sala el primer testigo, el comandante de la Guardia Civil 29100C. Va haciéndole las preguntas de rigor —¿jura o promete? ¿sabe que mentir puede constituir un delito de falso testimonio?— hasta que salta la sorpresa: