El juicio también expresa el dilema del independentismo entre seguir con el pulso al Estado o acatar la Constitución
Después de su actuación del jueves pasado, el abogado Jordi Pina decide hacer voto de silencio. Hasta cierto punto es un inconveniente, porque la jornada se prevé plomiza –sigue el desfile de guardias civiles y policías contando que no es tan pacífico el independentista como lo pintan– y sus salidas de tono suelen hacer las delicias de la afición, le dan oportunidad al juez Marchena para lucirse y la prensa consigue rascar algún titular para salir del paso. Pero, después de la pausa del mediodía, el abogado de Oriol Junqueras corre solícito a llenar el vacío.