Solo fomentaría la concesión de préstamos irresponsables. Los déficits se saldrían de control. Las reglas de la moneda única se verían socavadas y los votantes perderían la fe en el euro. En los últimos años, los alemanes, el Banco Central Europeo y la propia UE se han mantenido firmes en que los bancos no deberían ser rescatados dentro de la eurozona. En el camino, a los bancos griegos, chipriotas, italianos e irlandeses se les ha permitido estrellarse contra un muro, si se creía necesario, o han sido exprimidos hasta la extinción.