Frágil, muy frágil es la memoria de Quim Torra y sus aliados. Seis días después de que los secesionistas vinieran a recorrer las calles de Madrid con banderas anticonstitucionales y a proclamar en la capital de España su deseo de romper la nación, seis días después de que pudieran defender esa opción con total libertad, con unas facilidades concedidas por la delegación del Gobierno en Madrid que se convirtieron en una pesadilla para los vecinos de esta ciudad, ahora reclaman libertad de opinión y expresión. Valiente estupidez. Para empezar, porque la única libertad que tiene sentido reclamar es la de expresión. Porque todo el mundo puede opinar en su fuero interno lo que quiera, incluso en la Venezuela de Maduro... Ver Más