Diego Cantero (Murcia, 1982) ha tocado prácticamente todos los palos de la música. Él es el alma de Funambulista, grupo que, con más o menos acierto, puede clasificarse como rock alternativo. Cantero, que llega esta noche a Rambleta junto a su banda, asume que lo fundamental para evolucionar es quitarse de encima uno de los pesos que más nos lastran: los prejuicios. También que la vida, y las carreras artísticas, se basan en la prueba y el error, en el juego continuo. De eso parece que trata también su nuevo álbum, «El observatorio», que hoy va a testar con el público valenciano.
-¿Cómo describiría con una sola palabra su nuevo trabajo?
-El más importante de mi vida. Con un adjetivo me es imposible describir todo el trabajo de cuatro años. He trabajado muchísimo para quedarme con una palabra, con un concepto.
-Hay estilos muy variados en este disco.
-Es resultado de un crecimiento. Crecer es quitarse prejuicios. Cuando uno consigue eso se convierte en alguien más libre. Y logra jugar más con la música, que, a fin de cuentas, es a lo que me dedico: a hacer canciones y a ponerles el traje que creo que merecen. De ahí creo que viene esta diversidad, que es falta de prejuicios y ganas de jugar.
-¿Cómo ha evolucionado su música desde que lo conocimos, cuando se aproximaba al rock o al metal?
-Para mí es evolución natural, como le ocurre a un artesano o a cualquiera que le dedique muchas horas a su trabajo. Mi crecimiento tiene que ver con eso: pasar muchas horas, cuando no estoy de giras o conciertos, encerrado en el estudio creando canciones. Al final, uno va aprendiendo a usar bien los segundos de inspiración que llegan con una buena idea y que acaban dando como fruto la canción. En ese sentido influye la labor de artesanía, el saber cómo desarrollar la inspiración para lograr una obra de arte.
-¿Cómo infirió en su producción el hecho de ser padre?
-Los primeros meses fueron difíciles porque había menos tiempo, pero al mismo tiempo comenzó a generarme una inspiración y unas ganas de contar lo que vivía, de dar luz a nuevas canciones. A día de hoy, creo que es una experiencia inolvidable. Es algo que te puede contar cualquier padre, pero en mi caso es más especial aún, ya que me dedico a hablar del amor, y esta persona ha llegado al mundo para enseñarme una nueva definición sobre él.
-¿Con la paternidad le ha llegado la madurez artística? ¿O ya le había llegado?
-No lo sé... Espero seguir creciendo, seguir aprendiendo, seguir madurando. Quiero seguir descubriendo cosas que no me gustaban en mi pasado. Soy autocrítico y aún estoy dispuesto a crecer y a aprender mucho.
-¿Los prejuicios también los ha eliminado a la hora de escuchar música?
-Por suerte, nunca tuve grandes prejuicios y nunca oculté mis gustos. Me gustó el heavy metal, me gustó la copla, me gustó el folklore argentino, y, en definitiva, cualquier música que esté hecha con cariño y que transmita algo. Hay pocas músicas que no me motiven. Evidentemente, dentro de cada estilo hay artistas que me gustan más que otros, pero la música como música y los ritmos como ritmos me siguen motivando. Siempre he sido muy abierto a la hora de escuchar, pero creo que el aprendizaje correspondía con aplicarlo a mi creación.
-¿Cómo está siendo la recepción del disco?
-La sensación que tengo es muy buena. Por redes sociales y en las firmas de discos el público me transmite un cariño impresionante. Estoy muy contento de ver que la gente no se queda con una canción del disco, sino que investiga y lo escucha entero. Creo que este es un disco que va a darnos muchísimas alegrías.
-Rambleta y Valencia. ¿Buenos recuerdos?
-En Rambleta he tocado en la sexta planta y en la parte baja. Me faltaba la sala de teatro grande, que es donde vamos a ir esta vez. Valencia siempre es una sorpresa. Siempre nos trata bien. El público valenciano tiene mucho que ver conmigo. Soy murciano y los siento cerca, tenemos una forma de expresarnos muy similar. Estoy muy feliz de volver a ir y de volver a darnos la mano.