Los dragones contra la loba… y salió victorioso el cuadro portugués, comandado por un Íker Casillas muy enchufado al partido y feliz por seguir adelante en una competición en la que se distingue como todo un clásico.
El Oporto se embolsó los 10,5 millones de euros que otorga la UEFA por la victoria en la ronda de los Octavos de Final, no sin sacrificio porque la Roma aguantó las embestidas del dúo atacante Marega-Soares.
El tiempo reglamentario acabó con el mismo 2-1 que en la ida y los locales alcanzaron la prórroga con un mayor desgaste tras la intensidad derrochada.
Pero Dzeko no tuvo su noche y, gracias a eso, los portugueses se aferraron a la ilusión de ver cómo la dupla mexicana Corona-Herrera hacía de las suyas por el flanco izquierdo. Incluso vio frustrado el delantero bosnio cómo Pepe despejaba un balón suyo que casi se colaba en la línea de gol.
El duelo resultó bastante igualado, pues la contención de los romanos chocó frente a la mayor verticalidad de los pupilos de Sergio Conceiçao, rubricada con la efectividad de Álex Telles desde el punto de penalti cuando el público ya temía la tanda de penaltis.
El VAR, como en París, fue protagonista de una velada que congeló las gradas del Estadio do Dragao con un penalti más en revisión en el último suspiro. Fue la nota de suspense para una eliminatoria que refuerza a los dragones lusos.
Era el justo premio para el Oporto, que en el conjunto de los dos encuentros demostró una pizca más de ambición, como si quisiera resarcirse de su traspiés doméstico ante el Benfica.