Lejos de propagar ilusión, cada noche europea se convierte en un suplicio para el PSG. A pesar de dejar la eliminatoria encarrilada en Old Trafford y medirse a un conjunto plagado de importantes bajas, el Manchester United eliminó a un equipo que no sale de la espiral de fracasos año tras año.
Las bajas de Pogba, Lingard y Alexis Sánchez obligaron a Solskjaer a improvisar con los menos habituales. Sus esperanzas residían en un Lukaku que llegaba lanzado tras marcar cuatro tantos en dos partidos de la Premier League. El belga devolvió con creces tal responsabilidad. Nada más arrancar el encuentro, Kehrer intentó ceder el cuero a Buffon, pero el pase se quedó corto y Lukaku se hizo con él para resolver a placer. La respuesta de los galos no se hizo esperar y comenzó el asedio. La diana de Bernat a los diez minutos presagiaba que el gol recibido sería un simple susto. Ni mucho menos.
El United se encuentra cómodo en el caos, como buen equipo inglés. A pesar de que el cuadro francés prosiguió cercando a su contrincante, fue Lukaku de nuevo el que se aprovechó de un mal rechace de Buffon para hacer más posible la remontada. Mbappé, prácticamente desaparecido, pedía calma, algo que sus aficionados empiezan a perder.
El control del esférico fue la mejor arma con la que el PSG encontró la tranquilidad, mientras el United esperaba esa ansiada contra que les diese la llave de la victoria final. Pero fue la irrupción del VAR lo que decantó la eliminatoria. Skomina recibió el aviso de sus compañeros por una posible mano de Kimpembe dentro del área. Penalti bien concedido. Rashford no se puso nervioso y condenó a los parisinos a otra hecatombe. Europa no perdona los errores y el cuadro parisino los pagó caros.