Por Belén Almeida. Cuando leemos un texto antiguo, probablemente lo que más extrañeza nos causa es la ortografía que presenta, tan distinta de la actual. Muchos hablantes piensan que se trata de verdaderas faltas de ortografía cuando ven por ejemplo
muger,
estava,
hazer,
fuesse o
efetuar. Sin embargo, estas grafías y otras muchas que nos sorprenden fueron en su momento las más frecuentes, casi, casi una norma. Casi, pero no por completo. [...]