Nuestro país está urgido de buenas señales que den certidumbre al inversionista local y extranjero que son quienes generan riqueza, pues no es a través de dádivas de subsistencia como se saca a la población de la pobreza sino con la generación de infraestructura que apuntale un desarrollo sostenible.
Deberíamos ser una potencia logística dadas las condiciones geográficas del país, pero ahí juegan sectores como el aeroportuario, portuario, ferroviario y carretero que son ejes del desarrollo y lamentablemente, son sectores que han tenido poco crecimiento, y el aeroportuario que se aprestaba a una inversión multimillonaria fue abruptamente cancelado, lo que deja espacios vacíos no solo en la infraestructura necesaria que el país requiere, sino lo más grave, deja vacía la certidumbre para confiar en un gobierno cambiante y detonar inversiones relevantes.
En su lugar se lanzan proyectos como el Tren Maya y el Istmo de Tehuantepec como corredor logístico, lo cual suena excelente pero no hay recurso público suficiente para esos proyectos y la inversión privada nacional o extranjera le pensará dos veces para decidir apostar por este tipo de obras.
Efectos negativos se dejan sentir cuando las principales calificadoras están degradando el nivel de inversión del país y eso hace mucho ruido. Duele mucho y seguirá doliendo la abrupta e ilógica cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México que nos convertiría en el hub aeroportuario más importante de América Latina.
El bateo superior a 300 que dice AMLO llevar a 100 días de su inicio, habría que ver en qué campo, con qué pitcher, catcher, bate y bola lo tiene, pues más bien parece que le han regalado bases por bola y los umpires le están dando como hits las rolas al cuadro, y esas no cuentan.
