Es engorroso, pero ahora se, que tal preocupación, se remonta a tiempos remotos, cuando en una época arcaica, el pensamiento de mentes lúcidas intentaba desentrañar los misterios del pensamiento y la conducta humana.
Así, se desarrollaron corrientes de pensamiento que dieron forma a lo que a la postre, se le habría de conceptuar, como “Teoría del conocimiento” epistemología, en término prístino de la filosofía griega.
De la teoría del conocimiento, se desprende la idea, de que el homo sapiens ahora, un latinajo, puede ser observado en su conducta, desde la antropología, la sicología y otras ciencias.
En el pensamiento del filósofo guipuzcoano Xavier Zubiri Apalategui [San Sebastián, 4 de diciembre de 1898 - Madrid, 21 de septiembre de 1983], a propósito del animal y del hombre, encontramos que: Del animal al hombre hay, en el orden morfológico-somático, una estricta evolución. El hombre se coloca, en la evolución, en la línea de los primates antropomorfos, en la bifurcación entre póngidos y homínidos.
Los paleontólogos llaman homínido a todos los antropomorfos que forman la parte del “phylum” al que pertenece el hombre. Los llaman así porque ha habido en este “phylum” antropomorfos que aún no son humanos: son los ascendentes somáticos directos del hombre.
Pero esta evolución somática no explica la esencial irreductibilidad de la dimensión intelectiva del hombre a todas sus dimensiones sensitivas animales.
El animal, con su mera sensibilidad, reacciona siempre y solo ante estímulos más o menos complejos.
El hombre con su inteligencia responde a realidades. La inteligencia no es la capacidad del pensamiento abstracto, sino la de aprender las cosas y enfrentarse a ellas como realidades.
Entre estímulo y realidad hay una diferencia esencial, no de grado. La “realidad” es siempre “ya”, “mas” y “otra”. Carácter “de suyo dé la realidad.
Por esta diferencia, el animal es un ser “enclasado” mientras el hombre no lo es: no está enclasado en un medio específicamente determinado, sino que constitutivamente abierto al horizonte indefinido del mundo real.
El animal resuelve solo situaciones el hombre trasciende de su situación actual, construye artefactos, no para resolver situaciones determinadas, sino que, implantándose en la realidad, los construye para el futuro. El animal “resuelve” su vida, el hombre la proyecta.
Su industria no es repetitiva, sino inventiva.
Esta irreductibilidad no implica una censura, una discontinuidad, entre la vida animal y la humana. Si se acepta la distinción entre sensibilidad e inteligencia de Zubiri, es cierto que el animal responde a estímulos y el hombre a realidades.
Pero tanto en su vida individual, como en su desarrollo especifico, la primera forma de realidad que el hombre aprende es la de sus propios estímulos que aprende no como meros estímulos, sino como realidades estimulantes. Esto nos muestra que cuanto más descendamos a los conocimientos de la vida individual y especifica del hombre, la distinción entre mero estímulo y estímulo real se hace más sutil, lo que nos muestra que no cesura [pausa poética] entre la vida animal y la propiamente humana..