Finalmente el Presidente Andrés Manuel López Obrador aceptó lo que ya todos sabíamos. La opción de Tizayuca para una terminal aérea era la solución desde hace mucho tiempo para solucionar el problema de la saturación de vuelos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Ayer durante la conmemoración del 104 aniversario de la Fuerza Aérea Mexicana en la base militar de Santa Lucía, el jefe del Ejecutivo nacional revivió lo que parecía estar enterrado en el pasado.
Son más de 900 hectáreas las que están disponibles en la franja entre Hidalgo y Edomex, a 15 minutos de lo que será el nuevo aeropuerto civil, las que pudieron ser el mayor proyecto de infraestructura aeroportuaria desde hace varios sexenios.
La Aerópolis hidalguense no ha sucumbido después de todo y aunque lo dejó como una opción a largo plazo, se sabe que llegará un momento en que será inevitable no construir o edificar un aeropuerto en Hidalgo.
Con el respaldo presidencial a los proyectos del gobernador Omar Fayad Meneses, el futuro en la zona es más que prometedor. Desde el tema industrial con el proyecto Platah, el académico con las universidades en Tizayuca y Tolcayuca, el científico y tecnológico con el Sincrotrón y ahora el de un aeropuerto alterno al de la capital del país.
Las cosas irán caminando poco a poco, aunque será a partir de la puesta en operación del Aeropuerto Civil Felipe Ángeles en Santa Lucía que se pueda ver el crecimiento en todos los aspectos en la zona. Incluso, hasta Pachuca, la capital de Hidalgo, que estará a no más de 30 minutos de las nuevas terminales.
El reto será elaborar una planeación adecuada y con estándares que permitan un desarrollo ordenado, ecológico, conforme a los lineamientos de las ciudades modernas y con la participación de la sociedad y los gobiernos en turno.
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