El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está estudiando las ventajas para el PSOE del posible adelanto de los comicios generales para unirlos el 26 de mayo a los europeos autonómicos y municipales. Y todo apunta a que va a decidir el adelanto electoral para aprovechar la crisis de Podemos, por la batalla entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, y la caída electoral del PP por el ascenso imparable de Vox, son dos datos fundamentales que garantizarían la victoria del PSOE.
Pero hay otra cuestión todavía más importante para Sánchez como sería, en caso de adelanto electoral, la suspensión del juicio del golpe catalán porque ello obligará la suspensión del juicio del ‘procés’, siguiendo una norma no escrita pero con antecedentes similares. Y ello retrasaría el proceso judicial y el anuncio de la sentencia hasta el otoño próximo, para después de la Diada del 11-S y de los aniversarios del referéndum del 1-O y de la declaración de independencia del 27-O de 2017.
Los pactos y concesiones de Sánchez a Torra y a los partidos que apoyan al golpismo catalán ERC y PDeCAT, son el mayor lastre político de Sánchez y el motivo de la derrota del PSOE en Andalucía. Y sobre todo el argumento de más impacto nacional que utilizarán PP, Cs y Vox en las elecciones del 26-M. Sánchez lo sabe y por ello deberá romper lo antes posible con Torra y provocar el adelanto electoral provocando la suspensión del juicio del golpe porque el espectáculo de este proceso judicial dañará al PSOE en el plano electoral.
Además con la ruptura con Torra y el reconocimiento que este lunes hará el Gobierno del presidente Juan Guaidó en Venezuela, Sánchez escenificará un giro hacia la derecha o el centro político, aprovechando que a su izquierda Podemos está tocado por la lucha cainita entre Iglesias y Errejón.
Asimismo, Sánchez sabe que en pleno juicio del golpe catalán es imposible que ERC y PDeCAT le aprueben los Presupuestos de 2019 (que además son imposibles para cumplir los objetivos de déficit de la UE) como se podrá ver en la votación de las enmiendas a la totalidad cuya votación coincidirá con el inicio del juicio del golpe en el Tribunal Supremo.
A ello conviene añadir que a Pablo Iglesias también le interesa el adelanto electoral para hundir la campaña de Errejón en Madrid. La que en ese caso quedará en un segundo plano por debajo los comicios generales en los que Iglesias ocupará el cartel electoral y nacional de Podemos.
De la misma manera que Sánchez ocupará el cartel nacional del PSOE y Josep Borrell podría ocupar el de las elecciones europeas uniendo en la campaña su buena imagen constitucional a la de Sánchez, muy marcado por su relación con Torra y el soberanismo catalán.
La última encuesta del CIS ha propinado un duro varapalo al PP al que sólo le conceden un 14,9 % de los votos, frente a más del 44 % que Mariano Rajoy logró en las elecciones de 2011 o el 33 % que Rajoy alcanzó en 2016. Lo que quiere decir que desde 2011 hasta ahora el PP ha perdido el 66 % de los votos.
Y buena culpa de ello la tiene el ascenso imparable de Vox en todos los sondeos electorales y camino de superar el 10 %, mientras sólo en Madrid se acerca al 13 %. Pero esta escalada del partido De Santiago Abascal no solo beneficia a Pedro Sánchez y daña a Pablo Casado sino que a la vez favorece a Albert Rivera en su pretensión de presentarse como el líder del centro derecha y la única alternativa a Sánchez.
Y el objetivo final de Sánchez es ganar las elecciones y pactar con Rivera. Y precisamente por eso Rivera acaba de declarar que él nunca pactará con Sánchez por sus acuerdos con el separatismo catalán.
Todavía es demasiado pronto para hablar de pactos post electorales no en vano antes tendremos que ver si Sánchez convoca por fin elecciones para el 26-M. Tiene tiempo hasta finales de marzo pero si no adelanta los comicios el juicio del golpe de Estado a Sánchez le podría estallar en las manos y esa sería la oportunidad que espera la oposición para repetir en toda España el cambio que en Andalucía ya logró.
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