Ras y Fox son dos perros abandonados que ahora se dedican a ayudar a personas con problemas de alcoholismo. Esta pareja de cánidos les enseñan a estos pacientes que es posible transitar por espacios donde incitan a beber, pero sin caer en el consumo.
Se trata de un proyecto de investigación pionero en España, que lo lleva a cabo Mercedes Fernández en el hospital Doce de Octubre de Madrid con la ayuda del doctor Gabriel Rubio, jefe del servicio de Psiquiatría. La iniciativa surgió cuando Mercedes, coordinadora del estudio y estudiante de Etología e Intervención Asistida con Animales, tenía que preparar su TFM (Trabajo de Fin de Máster). Para ella, su principal objetivo era analizar cómo afectan o benefician los animales a colectivos vulnerables en las terapias. Así pues, decidió centrarse en personas adictas al alcohol, ya que lo primero que pensó fue: «Una persona que está en ese tratamiento o en circunstancias de adicción necesita a alguien que no le juzgue, y esos son los perros». A lo que añade: «Aunque no lo parezca, esto es muy importante para este tipo de pacientes. Su enfermedad está muy estigmatizada por la sociedad y realmente no se ve como un problema de salud. Así que, lo pensé, me informé y resulta que no había casi nada. Se lo propuse a Gabriel y él con los brazos abiertos me recibió».
Allí, los animales se pasean por el centro sanitario varias veces a la semana, hasta el punto de ser uno más entre la multitud. Se introducen en las terapias y realizan diferentes ejercicios para ayudar a los pacientes. Estos, poco a poco, van aprendiendo que el comportamiento que tienen los perros es el que deberían seguir ellos. «Por ejemplo, una de las sesiones se basa en un camino con tentaciones, donde se han ido tratando diferentes factores de riesgo, como las debilidades; las alternativas que tienen que tener para no caer en ese estímulo; la motivación, que tiene que ser más grande que esa tentación; los tipos de refuerzo que pueden tener; etc. De esta forma, al ver cómo lo hace el animal y cómo le enseñan a no caer en eso, sacamos estrategias para que las personas con adicción no recaigan», explica la coordinadora.
Francisco Javier García Peinado, paciente participante de este estudio, cuenta a LA RAZÓN que «cuando empiezas a consumir alcohol, lo haces como cualquier persona: de una forma espontánea y sin darle importancia. Pero los que somos alcohólicos, de alguna manera, no tenemos medida, no sabemos parar. Para mi, no fue nada concreto, simplemente me acostumbré a utilizar el alcohol como alivio. Si no me tomaba una copa por la mañana no me iba tranquilo a trabajar», cuenta orgulloso de haber superado esa fase y llevar en abstinencia más de ocho meses. Además, explica que gracias a su doctora de cabecera se empezó a dar cuenta de que era un problema, «lo mío no era un consumo habitual sino que era algo más: una dependencia física y psicológica. En cambio, a día de hoy puedo decir que me siento contento. He recuperado mi salud y me encuentro mucho mejor. Soy consciente de que estoy haciendo lo correcto y eso me provoca una satisfacción, puesto que volver a consumir solo empeoraría las cosas». Sin embargo, la terapia con perros para este tipo de pacientes no debe ser la única. El doctor Rubio recalca que «esta terapia es muy buena, pero tiene que estar apoyada por las convencionales. Además, una vez que terminan con ésta, pasan a otro tratamiento de grupos que es para prevención y recaídas. Acto seguido se introducen en una de habilidades sociales y después, hasta los dos años, están en terapias semanales para mantener el estilo de vida que han conseguido cambiar».
Se trata de un tratamiento intensivo que sirve para que los pacientes se adhieran de mejor manera a la terapia, ya que el can les va a proporcionar una motivación extra para seguir acudiendo. La diferencia de ésta con las otras es que el animal empatiza con ellos y les hace desinhibirse. «Un dato muy importante son los resultados. Son tan buenos que, hasta el momento, ningún paciente ha recaído. Incluso, si alguno tiene una situacióncomplicada, puede asistir de urgencia al hospital. Asimismo, Francisco subraya que «es muy positiva. Sin duda, la recomendaría. Y, por si todo esto fuera poco, nos ayuda a relacionarnos y compartir nuestras experiencias con el resto de compañeros».
Así, los pacientes mejoran cada día. «Cuando les cuentas que van a trabajar con un perro abandonado y que tiene una historia, eso ya empeiza a generar una identificacion entre ambos», concluye el doctor.