Pese a la clara distorsión del proceso de primarias que supone el apoyo del presidente del Gobierno a Pepu Hernández como candidato socialista al Ayuntamiento de Madrid, Ferraz mantenía a última hora de ayer la intención de que Pedro Sánchez arrope a su elegido en su acto de presentación del próximo domingo.
La designación de Hernández ha generado malestar en varios sectores de la convulsa federación madrileña. Su nula experiencia en política y el caso de la utilización de una sociedad para tributar sus abultados ingresos como conferenciantes han dificultado su aterrizaje.
Ferraz no contempla una derrota en este proceso, pero sí existe preocupación por la posibilidad de tener que celebrar una segunda vuelta. Desde la dirección federal se apunta a que es el secretario general regional, José Manuel Franco, quien está hablando con los secretarios de distrito para movilizarlos. Se está jugando la baza de las listas, aunque reconocen que «no hay mucho hueco ni en el Ayuntamiento, ni en la Asamblea ni en el Congreso». Hay personas prudentes en la dirección que contemplan que puede haber malestar en la militancia y por eso defienden que hay que arropar al fichaje de Sánchez: «Hay que evitar un susto en forma de voto de castigo». Porque saben que con tres candidatos —a Manuel de la Rocha se unió a última hora del jueves el concejal Chema Dávila—, existe caldo de cultivo para que los militantes expresen el descontento. Si Pepu no alcanza el 50% el 9 de marzo será un mal síntoma y habría segunda vuelta una semana después.
Desde el Gobierno también se protege a Hernández. Aunque la portavoz del Ejecutivo reconoció ayer en la rueda de prensa del Consejo de Ministros que no sabía si se llamaba Pepu o Pepo —«no sabía si acababa en ‘u’ o en ‘o’», reconoció la portavoz del Ejecutivo—, ese desconocimiento de su persona no le impidió definirlo como una persona íntegra: «Solo le diré que es un hombre íntegro y que bienvenidas aquellas personas que desde el mundo civil vienen a la política a trabajar por los asuntos públicos».
