Cuando la revolución empezaba a gatear –no habían pasado ni dos semanas desde la victoria del Primero de Enero–, el aparato propagandístico de Estados Unidos montó toda una campaña internacional acusando a Fidel Castro y a otros dirigentes del proceso de convertir al país en un “baño de sangre” con los juicios de los tribunales revolucionarios y las sanciones de fusilamiento a un grupo de los más connotados criminales de guerra de la dictadura de Batista. Figuras del gobierno de Eisenhower y numerosos congresistas norteamericanos fueron fuentes para la injusta campaña contra Cuba.
Ante la magnitud que alcanzó tal campaña de desinformación sobre lo que realmente pasaba en Cuba, para intentar contrarrestarla, la Revolución, con el apoyo de las principales instituciones periodísticas existentes entonces, el Colegio de Periodistas y la Asociación de Reporters de La Habana, organizó lo que se conoció como Operación Verdad.