La economía china ha alcanzado en 2018 un volumen de 90,03 billones de yuanes (11,65 billones de euros), lo que representa un crecimiento anual del 6,6% para la segunda mayor economía mundial, frente al 6,8 por ciento del dato revisado de 2017, registrando así su ritmo de expansión más débil en los últimos 28 años, aunque en línea con el objetivo previsto por Pekín, que esperaba un aumento de la actividad cercano al 6,5%.
En concreto, el sector primario de la economía china ha experimentado en 2018 un crecimiento anual del 3,5%, hasta los 6,47 billones de yuanes (837.344 millones de euros), mientras el sector industrial creció un 5,8%, hasta 36,6 billones de yuanes (4,73 billones de euros), y el sector servicios se ha expandido un 7,6% anual, hasta 46,95 billones de yuanes (6,07 billones de euros), según los datos facilitados por la Oficina Nacional de Estadística de China.
En el cuarto trimestre, el PIB de China ha logrado un crecimiento del 6,4%, su peor tasa de expansión desde antes de la crisis financiera, registrando así una sensible desaceleración respecto del 6,8% del primer trimestre y del 6,7% del segundo trimestre, mientras que en el tercer trimestre del año el crecimiento había sido del 6,5%.
A pesar de la desaceleración en el ritmo de expansión del gigante asiático, la oficina estadística china ha subrayado que «se cumplieron los principales objetivos de desarrollo económico y social» y el desempeño económico tuvo lugar en un «rango apropiado», apoyado en el impulso de progreso de la estabilidad general e inclinado hacia la construcción de una sociedad moderadamente próspera en todos los aspectos.
De este modo, la agencia gubernamental ha considerado que en 2018 siguieron lográndose avances en las «tres batallas cruciales» de prevenir los riesgos financieros, perseguir el alivio de la pobreza y controlar la polución, avanzando en las reformas estructurales y profundizando en la apertura para mejorar la vida de la gente.
Valor añadido
Por otro lado, la Oficina Nacional de Estadística de China ha informado de que el crecimiento real del valor añadido por el sector industrial en 2018 fue del 6,2%, con un ritmo de expansión del 6,2% en el caso de las empresas estatales y una caída del 1,2 por ciento entre las empresas de propiedad colectiva, mientras la producción de las compañías cuyo capital se divide en acciones ha aumentado un 6,6% y un 4,8% en el caso de firmas fundadas por extranjeros en Hong Kong, Macao y Taiwán.
Por sectores, el valor añadido por el sector minero en 2018 ha crecido un 2,3%, mientras en el caso de las manufacturas fue del 6,5% y la producción por parte de las empresas de servicios públicos creció un 9,9%. En el caso de las manufacturas de alta tecnología y las manufacturas de equipos, la producción aumentó un 11,7 por ciento anual y un 8,1 por ciento respectivamente.
Por otro lado, el índice correspondiente a la actividad del sector servicios ha experimentado un incremento anual del 7,7% en 2018, con una expansión del 7,3 por ciento en el mes de diciembre.
Unos datos de comercio de récord
A su vez, el valor de los intercambios comerciales en 2018 ha alcanzado un récord de 30,5 billones de yuanes (3,95 billones de euros), un 9,7% más que un año antes, con un crecimiento anual de las exportaciones del 7,1 por ciento, hasta 16,41 billones de yuanes (2,12 billones de euros), mientras las importaciones han sumado 14,08 billones de yuanes (1,82 billones de euros), un 12,9 por ciento más.
De este modo, el saldo de la balanza comercial china ha arrojado en 2018 un superávit de 2,33 billones de yuanes (301.529 millones de euros), un 18,3 por ciento por debajo de la cifra correspondiente al año anterior.
«Aunque hay señales de esperanza por las negociaciones entre EEUU y China, creemos que las dos partes únicamente llegarán a acuerdos sobre determinadas cuestiones», ha apuntado Iris Pang, economista de ING para China tras conocerse los datos de PIB del gigante asiático, advirtiendo de que los temas más importantes de las conversaciones, como la propiedad intelectual y la transferencia de tecnología, son mucho más complicados para alcanzar acuerdos.
Por este motivo, Pang ha añadido que «por eso pensamos que para el 1 de marzo de 2019, las negociaciones comerciales solo podrían dar como resultado acuerdos sobre comercio, pero no en tecnología», quien opina que, en este caso, habrá un creciente número de economías desarrolladas, o incluso emergentes, que tratarán de vetar el uso de componentes electrónicos fabricados en China, lo que dañará la producción del sector electrónico chino y hará caer los precios de estos dispositivos en el país, incrementando los riesgos de impago de deuda.
La experta ha añadido que «para evitarlo, el Gobierno chino tiene que permitir a estas empresas emitir bonos en el mercado de capitales o recurrir a la banca para poder hacer frente al pago de sus créditos y sobrevivir, lo que, a su vez, aumentará los niveles de deuda».