El número de muertos por la explosión en una toma clandestina de hidrocarburo en Tlahuelilpan, en el estado mexicano de Hidalgo, pasó de 79 a 85 personas en las últimas horas, informaron fuentes oficiales. "Habíamos anunciado en la mañana (del domingo) 79 defunciones, y en estas horas se sumaron otras seis, que dan una cifra de 85 fallecidos", detalló en rueda de prensa el ministro de Salud, Jorge Alcocer.
El titular de la Secretaría de Salud indicó que el número de hospitalizados ha pasado de 66 a 58, pues en las últimas horas, además de los seis fallecidos, se dieron dos altas por mejoría en la salud.
El gobernador del central estado de Hidalgo, Omar Fayad, resaltó la gran "dimensión" de la tragedia y tendió una mano a los familiares, asegurando que recibirán ayuda económica para el sepelio y se continuará con la investigación. Recordó que en el sitio se encontraron 68 restos humanos y se identificaron nueve cadáveres. Así, hay 54 muestras genéticas proporcionadas por familiares de las víctimas, y un número similar de carpetas de investigación abiertas.
Fayad reconoció que falta una "largo trecho por recorrer en el que pueden pasar horas, días, semanas o meses para la identificación de los restos". El gobernador no descartó acudir a organismos extranjeros para analizar los restos. "Mi más sentido pésame y profundo respeto e intención de colaboración a las 85 familias de los hidalguenses fallecidos", concluyó.
En su turno de palabra, el mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, aseguró: "No nos vamos a olvidar de esta tremenda tragedia". Aseguró que la investigación continuará hasta "fincar responsabilidades" y encontrar a los culpables de este suceso, una de las tragedias más mortales de México en décadas.
El viernes en la tarde, un grupo de pobladores del municipio de Tlahuelilpan, en el céntrico estado de Hidalgo, reventó un oleoducto de hidrocarburo y empezó a sustraer, de una forma muy rudimentaria, la gasolina.
Tras unas dos horas, y pese a la presencia del Ejército que poco pudo hacer para controlar a los centenares de personas que se acercaron a recoger gasolina, se registró una fuerte explosión.
Desde que llegó al poder el 1 de diciembre, López Obrador comenzó un combate frontal al robo de hidrocarburos a través de los ductos de la empresa estatal Pemex, que genera pérdidas millonarias para la compañía.
Para tal fin, se reforzó con miles de agentes la seguridad en los oleoductos y se transportó más gasolina con pipas (camiones cisterna), lo que ha causado una crisis de desabastecimiento en diez estados del país, con estaciones de servicio cerradas y compras de pánico.
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