El fin de semana en el PP ha sido lo más parecido a una terapia colectiva para subir la autoestima de un partido desalojado bruscamente del poder hace apenas unos meses, y que estrena liderazgo en un momento especialmente difícil, con un centro-derecha dividido en tres. La Convención Nacional de los populares ha supuesto un «rearme moral», como señalan en el entorno de Pablo Casado
. El líder del PP, sin oposición interna, hizo ayer un llamamiento a la unidad de todo el centro derecha español. Se dirigió de forma especial a los votantes que un día confiaron en su partido y hoy prefieren a Vox o Ciudadanos, y les invitó a volver al «PP verdadero», con una advertencia: «Cada voto menos para el PP es un paso más para los enemigos de la Nación».
La fragmentación de la derecha, algo que no ocurría en la política nacional desde hace tres décadas, ha marcado la Convención Nacional. Los populares buscaban un «rearme ideológico», pero en realidad lo que querían, como se ha visto, era una reafirmación de sus principios «de siempre», los que les llevaron a dos mayorías absolutas, la primera con Aznar en 2000 y la segunda con Rajoy, en 2011.
El gabinete de Casado preparó al detalle la intervención de su presidente, la más importante desde el congreso nacional de julio, en el que fue elegido como nuevo líder nacional frente a Soraya Sáenz de Santamaría. Debía ser un discurso «de futuro presidente del Gobierno», con un adelanto del programa electoral. Pero fue, sobre todo, una reivindicación del PP «auténtico» frente a las falsas imitaciones, y un llamamiento a la unidad de la derecha para vencer a la izquierda «trasnochada» y a los nacionalistas. Para ello, apeló al patriotismo de esos votantes y a su anhelo de una España mejor y más fuerte.
«A España no le va mejor con menos Partido Popular. Al revés. En la práctica, menos PP resulta ser menos España», advirtió. El líder del PP se dirigió directamente «a los que abandonaron» su partido y les preguntó si hoy España se parece más o menos a lo que les gustaría que fuera, si hay más respeto a la ley y si hay más prosperidad y libertad. Y se contestó él mismo: «Aquellos que se fueron a buscar al PP fuera del PP no lo han encontrado y no lo van a encontrar. Este es el único PP, el verdadero».
«Somos moderados»
Sus mensajes a la unidad, a la reconciliación dentro de la derecha y a la recuperación de la confianza de los que se fueron estuvieron acompañados de la tarjeta de presentación de PP: «Somos el partido de los moderados y reformistas, de los patriotas soñadores, somos la fuerza tranquila pero implacable frente al nacionalismo y el populismo. Somos la casa común del centro-derecha reformista y liberal al servicio de España».
Estos días de debate interno en el PP hay quien ha creído que este partido iba a «reinventarse» o «refundarse», y también los que veían un giro a la derecha para competir con Vox. Casado lo negó todo: «Para recuperar nuestro espacio electoral no tenemos que movernos de sitio, sino mantener esas raíces de nuestros valores, fortalecer el tronco de nuestros principios y ampliar las ramas de nuestras ideas para cobijar a más gente».
Esa alusión a la vuelta a las raíces del partido para recuperar el espacio perdido aludía, de forma irremediable, a la etapa de Rajoy, la más próxima a la de este nuevo PP, algo que sigue levantando ampollas entre quienes estuvieron con el expresidente y se enfrentaron a la crisis económica más grave en décadas.
«Si anulamos nuestro perfil, el votante carece de razones para quedarse con nosotros y se marcha. Nunca he aceptado que el precio de ejercer el poder sea la pérdida de nuestra identidad. El poder es para hacer algo, y algo bueno», explicó Casado, en otra reflexión más aplaudida por los aznaristas que por los marianistas.
El líder del PP alertó a los electores de las «copias» que tienen delante: «No basta con ponerse el disfraz del PP ni versionar en un karaoke los temas populares. Somos los únicos que garantizamos que una mayoría social de centro-derecha se convierta en un Gobierno de centro derecha eficaz».
Y para marcar más distancias con partidos más pequeños que quieren ocupar parte de su espacio, como Vox, avisó: «No tenemos vocación de minoría indomable, tenemos vocación de mayoría imbatible. No patrocinamos autos de fe ni redactamos estatutos de limpieza de sangre». «¡No se puede unir España desuniendo el voto! ¡Hay que unir el voto para unir a los españoles de nuevo!», sentenció.
Casado rechazó la supuesta radicalización del PP. Su discurso fue duro, mitinero y sin contemplaciones hacia la izquierda y los nacionalistas, pero parte de una defensa completa de la Constitución, del primero al último de sus artículos. «No somos radicales de nada, pero estamos convencidos de que España necesita hoy, sobre todo, libertad», afirmó. Por eso, Casado cree que la izquierda no siente como amenaza el radicalismo del PP, «que sabe muy bien que no existe», sino su compromiso «con la libertad de los españoles».
Un partido «de principios»
«Este es un partido de principios, sólidos, claros y buenos», explicó. Los resumió en cinco: la Nación de ciudadanos libres e iguales, la libertad individual, la economía de libre mercado, la defensa del Estado de Derecho y la igualdad de oportunidades frente «al igualitarismo en la mediocridad que persigue la izquierda».
El líder del PP recordó el decálogo de medidas que planteó en el congreso nacional de julio, y que son la columna vertebral de su proyecto. La primera es la recuperación de la legalidad en Cataluña, con la aplicación inmediata del 155. «Hay que liberar a toda una sociedad secuestrada por una banda de fanáticos racistas y supremacistas», aseguró. La segunda es la revolución fiscal, con una bajada de impuestos. En tercer lugar planteó la reforma educativa, para que los padres puedan elegir la educación para sus hijos. Su cuarto compromiso es fomentar la natalidad y defender la vida y la familia.
El quinto reto del PP es reducir la Administración. En sexto lugar, se plantea impulsar la cohesión territorial, con una defensa del Estado de las Autonomías, pero «íntegro». Es decir, que se respete el principio de solidaridad e igualdad de los españoles. Su séptima medida es la reforma de la Justicia y una ampliación de los supuestos de la prisión permanente revisable. Casado marcó distancias con Vox al defender un refuerzo de las medidas contra la violencia de género.
Su octavo compromiso es fortalecer las defensas del Estado
frente al terrorismo. En noveno lugar defendió una política exterior acorde con la dimensión de España. «¡Seguiremos reclamando un Gibraltar español!», exclamó. Y en décimo lugar, situó la lucha contra el cambio climático y la revolución tecnológica. «¡Queremos hablar menos del Valle de los Caídos y competir con Silicon Valley!»
A estas propuestas sumó la ley de Concordia, que el PP presentará en unos días para «pasar página de la fractura causada por la ley de Memoria Histórica». Y reafirmó el compromiso de los populares con la Constitución y con el Rey: «No toleraremos que se despenalicen los ultrajes a la Corona ni que se abra en canal nuestra ley de leyes».
Para rematar su discurso presidencial, Casado volvió a sacar pecho de las señas de identidad del PP: «No hay más PP que este. Muchos quieren imitarnos, pero no les sale. ¡Quien quiera que gobierne el PP tiene que votar al PP!».
Fuentes populares calificaron de «histórico» el discurso del presidente del partido, en una Convención que resultó muy diferente a la de otros años también por otro motivo significativo: no se habló de corrupción. El nuevo PP ha querido pasar página.
