Vendrán en los próximos días y semanas más explicaciones y dedos apuntando que los que podremos contar sobre la tragedia en Tlahuelilpan.
Vendrán del gobierno, la prensa, los especuladores profesionales, la imaginación de los mexicanos. Tendremos algunos presuntos culpables, tal vez algunos chivos expiatorios, no dudo que algunas comisiones investigadoras.
Es decir, tendremos algo que hemos visto cada vez que una tragedia de este tamaño sucede en México. Niños en una guardería sin supervisión adecuada, estudiantes normalistas en una ciudad gobernada por un hombre acusado un año antes de asesinato y su policía en manos del narcotráfico, ciudadanos enterrados en edificios que no se debieron haber construido, o los habitantes de Tlahuelilpan cuando una chispa desató un infierno.
En cada uno de esos casos había información previa suficiente, había existido una advertencia, se había señalado, y en todos los casos el gobierno, los gobiernos locales y el federal lo sabían.
En este caso, lo dejó claro el director de Pemex el fin de semana: “En el municipio de Tlahuelilpan se han llevado a cabo 10 tomas clandestinas en los tres meses anteriores a este incidente, siendo el penúltimo (antes del de ayer) el 18 de diciembre, con incendio. Había habido varios que se habían detectado; el del 18 de diciembre pasado también fue por un incendio y tardó en apagarse 12 horas”.
Si todas nuestras tragedias parecen prevenibles, la reacción después de ellas es similar. Buscando responsabilidades sobre las guarderías, sobre la desaparición de 43 jóvenes, los que mal construyeron edificios o el esfuerzo de reconstrucción… Lo que más importa es que nadie es culpable, o al menos responsable, porque en la mayoría de las ocasiones se construye la idea que todos somos culpables, o la culpa es de unos tan malos, tan malos que ni siquiera encontramos cómo nombrarlos, menos encontrarlos.
El caso de la horrorosa tragedia en Tlahuelilpan, me temo, no fue ni será diferente.
Va más allá de quién gobierna en cada caso específico. Es un asunto estructural de hace mucho tiempo.
Es, han sido, gobiernos —en todos sus niveles— que fracasan en su responsabilidad fundamental: cuidar, en todos los sentidos, a sus ciudadanos.
@puigcarlos