Nueva guerra interna en los «comunes». Las dos almas del partido de Ada Colau –la dirección oficialista y los soberanistas– vuelven a enfrentarse públicamente por una cuestión de sumo calado como es la nueva hoja de ruta que la formación ha aprobado por la mínima este fin de semana, con sólo el 56% de los apoyos del Consejo Nacional. La medida estrella es su apuesta por una Constitución catalana dentro de una España plurinacional, algo que no gusta al sector crítico al considerar que abandona el proyecto de «república» –más cercano a una hipotética independecia–validado en la asamblea fundacional de 2017, con Xavier Domènech al frente.
Entonces, los dirigentes y militantes de los «comunes» apostaron por la creación de «una República Social, democrática y ambientalmente justa, como máxima expresión y realización de su soberanía nacional». Ahora, y pese a que el partido opta por pedir para Cataluña una Constitución propia que supere el marco estatutario y un reconocimiento explícito como «nación», los soberanistas creen que dicha apuesta supone la «desaparición de cualquier referencia a la construcción de una República Catalana y a la referencia de un proceso constituyente que tenga en su centro el derecho al ejercicio de la autodeterminación».
Por ello, atacan a la dirección cuestionando no sólo el contenido sino también las formas y las perspectivas electorales del partido. «Los momentos que vive el país nos obligan a estar a la altura. No obstante, se hace lo contrario y nos alejamos de ser un proyecto de mayorías y ganador», lanzó Elisenda Alamany, el rostro visible de los soberanistas, pocas horas después de aprobar la nueva hoja de ruta.
«En el inicio de los comunes, uno de los valores clave era que fuera un proyecto ciudadano, en el que la gente fuera la protagonista y no las cúpulas de los partidos. Con la nueva dirección, este valor se ha perdido», apunta Alamany antes de cuestionar abiertamente la elaboración de un ideario de espaldas al territorio y con sólo 63 votos a favor (el 56% del Consejo Nacional).
Por su parte, el portavoz de la formación, Joan Mena –representante del sector oficialista– replicó ayer a los críticos defendiendo que el texto representa las diferentes sensibilidades y que todos sus dirigentes han podido participar en el debate mediante una «metodología participativa» y un grupo de trabajo «compuesto por diferentes sensibilidades». Sobre la victoria pírrica de la nueva hoja de ruta, Mena aseguró que cuenta con suficientes apoyos explicó la división del voto como «una mayoría que representa la pluralidad interna» de la formación.
El portavoz del partido insistió en que la propuesta de Constitución catalana es compatible con el referéndum vinculante que también reclaman los «comunes» y que debería «reconocer a Cataluña como lo que es: un sujeto político y por lo tanto una nación política» en un texto de rango constitucional, superior al preámbulo del Estatut.
Este nuevo cruce de acusaciones vuelve a evidenciar la fractura interna que hay en los «comunes» desde que Xavier Domènech abandonara el partido. El control de Colau de la dirección con personas afines a la alcaldesa enfadó a los críticos, agrupados bajo el paraguas de la plataforma Soberanistas y con la propia Alamany y Joan Josep Nuet (EUiA) como caras más visibles.
Sin embrago, ahora la polémica llega en plena precampaña hacia las elecciones municipales, cruciales para un partido con sólo ocho escaños en el Parlament que debe mostrar y consolidar su músculo a nivel territorial en las urnas el próximo mes de mayo.