El Leganés se atrevió a soñar durante unos minutos y la ilusión llegó de los pies de Braithwaite. Marcó el gol del empate y forzó una tarjeta amarilla a Sergi Roberto en un contraataque en el que nadie parecía poder alcanzarlo con métodos legales. Piqué lo vio pasar como si se hubiera quedado clavado en el césped y sólo le quedaba Ter Stegen por delante. Pero ahí se frenaron las esperanzas del Leganés. Messi, que había visto la primera hora en el banquillo –Valverde prefería reservarlo para el partido de Copa contra el Sevilla– entró al campo de manera inmediata para sustituir a Aleñá. Y el partido ya era otro. El canterano no había sido el peor del equipo, había participado en la creación y mostró su habilidad en la conducción con la pierna izquierda, pero Valverde prefirió no señalar a Coutinho, intrascendente en el juego de ataque del Barcelona.
Leo no tardó mucho en lanzar su primer disparo, un remate con la izquierda al que respondió Cuéllar con una gran parada. Suárez remató a gol el rechace y Cuéllar se quejó de un golpe en la cara. El uruguayo arrebató la pelota al portero del Lega cuando casi la tenía en la mano y la inercia del movimiento le llevó a golpear al portero. Se abría el tiempo para la polémica y la pereza de las discusiones del Var que vendrán después. El portero del Leganés se llevó las manos a la cara aunque después fue atendido del brazo.
Pero el Barcelona no se frenó ahí. Era otro equipo con Messi en el campo, aunque hasta entonces Dembélé había ejercido de sustituto perfecto. Incluso como socio de Jordi Alba. El francés, acompañado por Luis Suárez y Coutinho en la delantera, era el que manejaba el juego del equipo en ataque. Y lo demostró con el primer tanto, en el que además exhibió su destreza con las dos piernas, condujo con la izquierda, encontró a Jordi Alba y cuando el lateral le devolvió la pelota remató con la derecha.
Estaba siendo el mejor de su equipo, con mucha diferencia, hasta que la mala suerte volvió a cruzarse en su camino. Se resbaló y la pierna izquierda se le quedó enganchada en el césped debajo del cuerpo. Los médicos del Barcelona le miraron el tobillo, lo que hace pensar en una gravedad menor de la que se podía imaginar, aunque también puede tener afectada la rodilla. Tuvo que ser sustituido por Malcolm.
Messi volvió a aparecer para marcar el tercero. Fue de nuevo en una combinación con Jordi Alba –igual que había hecho Dembélé en la primera mitad–, un pase atrás del lateral y un disparo de Leo con la derecha. Messi sigue demostrando que es el mejor, aunque sólo tenga media hora para demostrarlo, como sucedió ante el Lega. Valverde había reservado a algunos de los titulares, pero sabía que tenía a Leo en el banquillo para arreglar la situación si se complicaba. No es casualidad que Busquets le entregara el brazalete de capitán cuando entró en el campo. Es el hecho diferencial del Barcelona. El fútbol es de Messi. La polémica es del Var. Lo peor es que Messi se acabará y la polémica se quedará para siempre.