El juzgado de lo penal número 2 de Pontevedra ha impuesto un año de prisión a un hombre de 34 años que instaló cámaras de vídeo en el cuarto de baño mixto de la empresa en la que trabajaba para grabar a sus compañeras. Fue una de las empleadas la que descubrió que estaban siendo espiadas a través de un complejo dispositivo que el propio acusado diseñó y que integraba en una suerte de petaca una microcámara apta para la captación de imágenes de vídeo, un micrófono, una batería, una tarjeta de memoria y un interruptor.
El juez considera probado que «en varias ocasiones» el procesado colocó este dispositivo de forma oculta en la parte inferior del lavamanos del cuarto de baño mixto que hay en la empresa «con la finalidad de menoscabar la privacidad de sus compañeros y compañeras de trabajo», captando imágenes de vídeo en el momento en que utilizaban el aseo.
Una de las trabajadoras descubrió el dispositivo, en julio de 2017, que ese día estaba colocado debajo del lavamanos, adherido con cinta aislante y con el objetivo de la cámara orientado hacia el inodoro. Ese día, el hombre accionó el interruptor para que comenzase a grabar y abandonó el lugar, dejando que la cámara registrara cerca de una hora de imágenes de sus compañeros.
Un trastorno voyeur
La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, es firme y no admite recurso ya que el trabajador, al que también se le impone una multa de 4.500 euros, ha reconocido los hechos y ha mostrado su conformidad con la condena impuesta. El acusado, que fue despedido después de que los responsables de la empresa hallaran las cámaras, fue diagnosticado con un trastorno de voyeurismo que, en todo caso, y según el fallo judicial anota, «no altera su capacidad intelectual» y limita «moderadamente» sus facultades volitivas.