En muchos pueblos de Baviera se está produciendo el mismo fenómeno de despoblación que en otros territorios rurales de Europa. La falta de habitantes hace poco rentables los negocios, que van desapareciendo y con ello prolongando la pescadilla demográfica que termina mordiéndose la cola. Pero la Unión Cristiano Social (CSU) bávara, el partido hermano de la CDU de Merkel, cree haber encontrado el punto de apoyo sobre el que la palanca política puede revertir o al menos frenar ese proceso. «Debe permanecer abierta una taberna en cada pueblo y, si es necesario, se mantendrá con dinero público», afirma un documento presentado en la reunión que los diputados de la CSU mantienen hoy en el Monasterio de Seeon para trazar las estrategias políticas del año que comienza. «Junto a una tienda en cada pueblo, debe conservarse una cervecería como lugar de reunión», sigue el papel, que incluye también una ambiciosa estrategia financiera para este proyecto que pasa incluso por implicar al Estado Federal en el rescate público de las cervecerías: «Queremos establecer un programa financiero a nivel nacional que otorgue préstamos libres de intereses y donaciones que garantice la conservación de las tabernas en las localidades rurales».
El documento incluye además la exigencia de creación de una empresa pública de telefonía móvil, que garantice la cobertura de satélite y la instalación de banda ancha para uso de Internet hasta en la localidad más pequeña, allí donde las empresas privadas tienen menos interés en llegar, así como la oferta de viviendas asequibles y exenciones fiscales sobre el impuesto de transferencia de bienes inmuebles, para facilitar la compra de casas a las jóvenes familias y las herencias. Todas estas propuestas llevan todavía la firma de Horst Seehofer, actual ministro de Interior alemán y que está pasando el relevo del liderazgo del partido bávaro a su peor rival interno, Markus Söder. Se trata de vistosas líneas de acción que eclipsarán seguramente el auténtico reto de la reunión: trazar una hoja de ruta para reestablecer la relación de hermandad con la CDU, el partido de centro derecha alemán al que la CSU ha estado ligado desde la II Guerra Mundial y del que se ha distanciado con consecuencias electorales graves durante 2018.
En el retiro de Seeon prima la necesidad de volver a conectar con las demandas reales de los ciudadanos, que amenazan con trasladar su voto más a la derecha. En las pasadas regionales del octubre de 2018, la CSU ganó con el 37,2% de los votos, pero la escisión del partido Freie Wähler alzanzó el 11,6% y el partido antieuropeo y antiextranjeros Alternativa para Alemania el 10,2%. Y si hay algo que pueda atraer a un bávaro, es sin duda la garantía de una buena cerveza a la puerta de casa. Pero también ha creado desconcierto en los votantes la guerra interna de 2018, con la que la CSU quiere terminar. El proceso de sucesión de Seehofer en la presidencia del partido ha ocasionado múltiples tensiones, mientras en Berlín tenía lugar la escenificación de un enfrentamiento abierto con Angela Merkel y el resto de la gran coalición, que ha llegado a paralizar la política alemana en su conjunto. La sustituta de Merkel al frente de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, ha interrumpido sus vacaciones de invierno para asistir durante dos días a la reunión de la CSU, todo un síntoma de recomposición de la derecha alemana. El objetivo de esta reunión es rehacer la relación y despedir de una vez a Seehofer, para precocinar más cómodamente el crucial encuentro de la directiva que tendrá lugar el 19 de enero, en el que la elección de Söder será una mera formalidad y donde emergerá la figura de Sebastian Kraft, un talentoso profesional del marketing que comenzara a reconvertir el partido en una fuerza más joven y seguramente más femenina.
También veremos un lavado de cara de los contenidos. Si en 2018 formaron la primera línea de ataque los asuntos de inmigración, asilo y fronteras, este año veremos avanzar otros como la protección ambiental y la sostenibilidad. En su discurso de Año Nuevo, el tema principal de Söder ha sido el cambio climático, por ejemplo, lo que da una buena pista del giro al que estamos a punto de asistir y con el que el partido trata de placar el ascenso de Los Verdes, que en las últimas elecciones bávaras quedaron como el segundo partido más votado y principal fuerza de la oposición con el 17,5%. A tal efecto tendrá lugar un desdoblamiento del discurso de la CSU, mediante un reparto de papeles. En Baviera, Söder rescatará tabernas, llevará internet a los pequeños focos de población y garantizará la sostenibilidad ambiental, mientras en Berlín Horst Seehofer y Alexander Dobrindt mantienen las brasas de la retórica anti-refugiados, tratando de llegar en este equilibrio hasta las europeas, en las que un hombre de la CSU, Manfred Weber, liderará la candidatura del Partido Popular Europeo.
La cita electoral europea forma parte nuclear en la estrategia que se define hoy en el monasterio de Seeon, reunión a la que han sido invitados el líder de la oposición griega Kyriakos Mitsotakis y el primer ministro irlandés Leo Varadkar, quien hablará sobre cómo los vecinos europeos de Gran Bretaña experimentan el Brexit. «El reto que se nos presenta este año en totalmente nuevo, un candidato nuestro representará a todo el Partido Popular Europeo y estaremos a la altura», dice el secretario general de la CSU Markus Blume. «Este será un año de renovación para la CSU», asegura el jefe del grupo parlamentario Alexander Dobrindt, que apunta a la que considera clave de definición de su partido a partir de ahora, «la línea de separación entre los partidos del pueblo y los partidos del miedo».