El mercado de la automoción nacional durante el año pasado nos ha dejado un sabor de boca agridulce. Si bien en el primer semestre las matriculaciones fueron mejor de lo esperado, el segundo semestre nos ha puesto ante una situación ciertamente preocupante y que nos recuerda a momentos del pasado que querríamos haber olvidado.
Según el análisis que hacemos desde la patronal de los concesionarios, el ejercicio se ha estropeado por dos causas. En primer lugar, debido a la entrada en vigor del protocolo de emisiones WLTP, que adelantó muchas ventas en verano y que desabasteció a algunas redes de vehículos homologados con el nuevo protocolo. En segundo lugar, y más importante, por el clima negativo que rodea actualmente a la automoción, lo que se ha traducido irremediablemente en una falta de confianza por parte de los compradores, que directamente no saben qué coche adquirir, ni cuándo, ni a qué atenerse con diferentes normativas de restricción a la circulación en cada ciudad, en cada comunidad autónoma etc.
Esto sin duda, ha sido lo que más negativamente a influido sobre las ventas de automóviles, los anuncios precipitados, no consensuados, poco informados, de normativas medioambientales o de movilidad que incidirán directamente en la automoción. La confusión creada por decisiones políticas ha sido extraordinaria, y su impacto en la economía real está siendo muy palpable, como bien muestra la evolución de las matriculaciones en el último cuatrimestre. De esta manera, se ha conseguido, en muy poco tiempo lo que parecía imposible, poner en dificultades a un sector, el de la distribución de vehículos, que estaba en disposición de crear 21.000 puestos de trabajo en los próximos tres años, cosa que ahora está por ver.
Tenemos que construir el futuro de la automoción sin poner en peligro el presente. Las decisiones políticas que se tomen a partir de ahora deberían tener en cuenta esta idea y, sobre todo, contar con las aportaciones que podemos hacer los diferentes actores implicados. Compartimos los objetivos del Gobierno por un parque de automóviles más limpio. No obstante, la renovación del parque y sus plazos deberían tener en cuenta la realidad del mercado, las necesidades del ciudadano y las alternativas disponibles para aportar certidumbre y confianza. Algunas medidas, tomadas sin contar con el consenso del sector, han contribuido ya a discriminar unas tecnologías frente a otras, sin una planificación previa. Este clima negativo ha lastrado las matriculaciones en 2018; necesitamos tranquilidad y cordura para frenar esta tendencia de cara al año recién estrenado y defender a los dos millones de familias cuya economía depende directa o indirectamente del automóvil.
*Gerardo Pérez es presidente de la patronal de concesionarios FACONAUTO