El público de Toledo ha tenido la oportunidad de disfrutar de los recuerdos y las vivencias que el actor Antonio de la Torre ha traído consigo del rodaje de «La noche de 12 años», un largometraje en el que se mete en la piel, nada más y nada menos, de José «Pepe» Alberto Mujica. El expresidente de Uruguay es una referencia para la izquierda y para cualquier ciudadano que aspira a tener políticos que les representen y que conozcan cómo vive el ciudadano de a pie. Resulta raro que el cine no hubiera fijado sus ojos en una persona que estuvo doce años presa por la dictadura uruguaya, y luego llegó al poder en su país, donde renunció al 90% de su sueldo y vivió en condiciones de austeridad para dar ejemplo a la gente.
Un ejemplo que ha continuado después cuando se han conocido las condiciones en las que ha querido vivir, a pesar de haber podido tener un gran sueldo como miembro del senado de su país. Un mito que vive según sus circunstancias y sus propias creencias.
La cinta «La noche de 12 años» se pudo ver en la sala general de la Biblioteca de Castilla-La Mancha y se convirtió en uno de los eventos programados para celebrar los 20 años de esta institución. La película, una coproducción española, cuenta con Antonio de la Torre como Mujica y se centra en el tiempo de cautividad que vivió junto al exministro de defensa Eleuterio Fernández Huidobro y el periodista y escritor Mauricio Rosencof.
El festival del Cine y la Palabra (Cibra) congregó a un público de lo más variopinto para descubrir a estos tres protagonistas de un filme duro que habla sobre las condiciones penosas y el maltrato al que fueron sometidos. Se prometieron ser diferentes a ellos y lo lograron. Sobre Pepe Mujica, la película y el momento político actual ha hablado sin tapujos Antonio de la Torre.
¿Qué ha representado para usted ponerse en la piel de un personaje tan conocido como es Pepe Mujica?
Difícil de contestar. Son muchas cosas. Lo primero es que Pepe Mujica es la persona más coherente que he tenido la suerte de conocer porque estuve donde vive él, en Uruguay. He podido comprobar que esa sobriedad que él predica, pide y recomienda, la pone en práctica para sí mismo. Tiene una personalidad y una talla política enorme. Ha sido un hombre que lo ha pasado tan mal: le amenazaron de muerte y tiene muchos disparos en el cuerpo... En la película se cuenta que ha perdido el bazo, parte del pulmón y, a pesar de todo, es una persona que ha renunciado a la violencia. Es un hombre de paz. De hecho, él mismo afirmó que para él lo más primitivo es la guerra. No admite que el hombre y la civilización no hayan atrás la violencia.
¿Cómo se preparó este personaje Antonio de la Torre?
Hice lo que pude. Dentro de mi aprendizaje viajé varias veces a Uruguay para tratar de estar con él todo lo que pudiera, para conocer a mucha gente que perteneció en aquella época al movimiento Tupamaro. Me vi con otros presos porque, aunque el filme se centra en tres, conocí a alguno más. Tuve que perder bastante peso porque claro, no puede aparecer el personaje con la pinta que tengo hoy (risas), y aparentar que he estado en la plaza de Zocodover comiendo un bocadillo. También tuve que aprender el acento, que tiene muchos matices y que consigue con la ayuda de un coach. Lo más importante es que en esta película hay varias líneas de trabajo. Al final, lo más importante para un actor es captar el alma y eso fue lo que intenté, captar la de Pepe Mujica. Sé que el expresidente vio la película y me envió un mensaje desde Uruguay con el director, Alvaro Bechner. Eran unas líneas muy cariñosas y me escribía que le resultó muy duro verla. Que no quería volver a verla por la relación que tenía con su madre. Su madre era muy importante para él. Con este filme le hemos removido muchas cosas.
¿Cómo cree usted que se puede sobrevivir a esta situación?
Le pregunté a Pepe Mujica: ¿Cómo lograste sobrevivir? Y él me respondió: «Siempre pensé que iba a salir y pensé que cuando saliera, iba a seguir en la política. Y como tenía el sueño de que quería cambiar el mundo, iba a seguir intentándolo». Creo que son realmente gente muy inspiradora y que te enseña muchas cosas del sentido de la vida.
¿Es el papel más exigente al que se ha enfrentado?
Uf, yo qué sé, no quiero decir el más exigente porque parece que uno se pone límites. A ver, la película tiene, por un lado, el tema de la cultura uruguaya, estar ahí para entender ese contexto. Si no fuera una producción y un director uruguayo, no me embarco ni loco. Porque no quería cagarla demasiado. Una película tiene que respirar la vida. Y cuando digo respirar la vida, no me refiero a que sea un documental. El imperio contraataca respira vida. Yo me creo esa galaxia muy lejana, me refiero a eso, a no ver el cartón. Lo que hicimos fue una anécdota comparado con lo que pasaron ellos. Lo que hace un actor es el mito de la caverna, es la sombra de la sombra de lo que pasaron, pero algo te acercas. Yo nunca había tenido las manos frías…
Una vida como la de Mujica debe resultar muy inspiradora porque, a pesar de todo, ¿no se corrompió?
Él reflexiona mucho sobre este asunto y habla mucho. Dice que cuando salió del calabozo, tras 12 años de permanecer encerrado, se hizo más socialista, incluso que antes. Pepe cree que para que el socialismo llegue realmente a la humanidad hace falta una cultura. Un cambio de valores, en la manera de pensar y de entender la vida. Es una persona, por ejemplo, que nos ayudó mucho con la película. Estoy convencido de que lo hizo por ayudarnos, por la causa y porque vio que nosotros queríamos contar esta historia con alma. Pero hay que decir que él no tiene ninguna vanidad por el hecho de salir en una película. De hecho, cuando le dijeron que yo le iba a interpretar, respondió: «Bueno alguien tendrá que hacerlo». Eso fue todo lo que dijo (risas).
¿Cómo es en las distancias cortas?
Es muy humilde, es coherente y puede predicar con el ejemplo. Y él está en la lucha. Él dice mucho una frase: «Yo trabajo a trueno, a sabiendas de que es para otro la llovida». Sabe que él pasará, pero otros vendrán y es importante que la lucha continúe. Eso le permite hablar. Y es un hombre que vivió la violencia. Le volvieron loco.
¿Qué le queda tras haberse puesto en la piel de Pepe Mujica?
La inmensa suerte de haberle conocido. Cada vez tengo más claro que las películas me interesan más por lo que me enseñan que por lo que puedo demostrar. Lo interesante es que uno como actor debe acercarse a los proyectos con curiosidad. La curiosidad es un motor de vida.
Después de este proyecto, ¿en qué está trabajando actualmente?
Este año rodé una película muy apasionante y basada en hecho reales, «La trinchera infinita», dirigida por Jon Garaño y José María Goenaga, los mismos de «Handía». El filme está inspirado en la historia de los topos, que eran principalmente alcaldes y concejales republicanos que, cuando Franco empezó a ganar la guerra, se encerraron en sus casas, se hicieron un zulo y ahí permanecieron ocultos hasta que en 1969, 33 años después, Fraga promulgó un decreto de cancelación jurídica de la Guerra Civil. Así que sigo por la línea de la comedia, como puede ver...