Una de las primeras acciones del nuevo gobierno en el sector agroalimentario será la fusión de Diconsa y Liconsa (a punto de cumplir 75 años) para crear Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex).
Este nuevo organismo, para no pocos, tiene algunos cromosomas de lo que fue en el pasado la madre de Liconsa, la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo). De hecho quien lo dirigirá será un ex director de aquella entidad, Ignacio Ovalle Fernández.
En el caso particular de la distribuidora de leche, para algunos productores mexicanos que proveen a Liconsa, Ovalle pondrá en marcha un plan que va a contramano de lo que realizó en sus tiempos en Conasupo.
El funcionario propuso para este nuevo organismo la construcción de plantas secadoras de leche (que conviertan la leche líquida en leche en polvo), cuando en el gobierno de Salinas de Gortari arrancando los 90 le tocó vender toda la infraestructura de Liconsa, incluidas las tres secadoras que había.
Actualmente esta paraestatal solo tiene plantas de rehidratación porque ha sido más económica la importación de leche en polvo que la compra de leche fresca.
“El precio actual de la leche ya no da para mandar a secar”, me comentaba uno de los productores que lleva 30 años vendiendo a Liconsa, “no conviene secar leche a menos de que sea para exportación y eso no ocurre en países que son deficitarios en leche como el nuestro, consumimos 30 por ciento más de la que se produce”, agrega.
Andrés Manuel López Obrador, cuando anunció la creación de Segalmex, afirmó que comprará a 8.20 pesos el litro de leche fluida a los pequeños productores (hoy el máximo que paga es de 7.20 pesos). Además, subirá la compra de 550 a 800 millones de litros al año. Con lo cual los subsidios desde Hacienda aún mayores.
En el caso de la leche en polvo importada y rehidratada este año Liconsa pagó entre 5.50 y 5.80 el litro.
Hoy, la empresa aún tiene un presupuesto de 11 mil mdp de los cuales 3 mil son el aporte fiscal del gobierno y el resto es autogenerado por la venta de leche al público.
Del total de leche que distribuye Liconsa, 60 por ciento lo compra a pymes locales y el resto lo importa en polvo principalmente de Estados Unidos, Nueva Zelanda y Argentina. En total son 40 mil toneladas de leche que importa Liconsa.
Otro de los focos rojos que los pequeños productores lecheros ven en el corto plazo, es que si no hay un plan concreto para hacer de manera ordenada la fusión “puede haber desabasto de leche”.
Si bien Diconsa vende leche Liconsa en sus tiendas, 95 por ciento se distribuye en tienditas privadas (tortillerías y abarrotes) que ya tienen muy claro el proceso de suministro de esta leche subsidiada que beneficia a más de seis millones de personas al año.
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