Cuando se formó en el año 2008 el Consell Nacional de la Cultura i les Arts (CoNCA) se habló que sería una especie de British Council para la cultura catalana, un comité de expertos que marcarían el camino a seguir de las políticas culturales más allá del color político que tuviese en ese momento el Parlament. No llegó nunca a ese grado de relevancia, pero el sector cultural lo acogió con fervor. Claro que eran tiempos pre crisis. Con la llegada del 2011 ya no era más que una entidad consultiva cuyo valor principal era desarrollar un informe sobre el estado de la cultura que pudiera servir de mapa coyuntural del sector cultural para las administraciones. En 2010 publicaron su primer informe. En 2018 acaban de publicar el último, y los resultados no invitan al optimismo.
Según las conclusiones obtenidas por el estudio, que analizan los datos recogidos durante el año anterior, el 2017, ha crecido en un diez por ciento la sensación de «pobreza cultural», en relación a las dificultades de la población de conocer y acceder a las diferentes ofertas culturales. A pesar de que el consumo ha crecido levemente, el estudio concluye que cada vez hay una mayor sensación de alienación frente a la obra cultural. El concepto «pobreza cultural» hace referencia, en concreto, a «las personas que consideran que tienen menos acceso al consumo cultural que aquellas que son demográficamente y socialmente parecidas». De esta forma se está creando una segregación que hace que estas personas sientan la cultura como algo ajeno a ellos.
Para subsanar esta fatal disidencia hacia la realidad cultural, el informe, centrado sobre todo en el factor social de la cultura, advierte de la necesidad de relacionar mucho más y mejor las consellerías de cultura y educación, apostar por la accesibilidad y potenciar el tejido asociativo. Para ello, advierte el texto, se necesita una mayor implicación de la Generalitat, en busca de llegar a un mínimo 2 por ciento de sus presupuestos generales en la cultura. En la actualidad, sólo llega al 0,7 por ciento.
El 80 por ciento del público pide reducir los precios de las propuestas culturales, mientras que el 60 por ciento afirma que dichos precios dificultan su acceso. Aunque el informe aclara que la principal razón que el público se acerca a la cultura es para «pasarlo bien». Otros datos aseguran que la gratuidad de la ofertas y su proximidad son dos factores que estimula al público a acercarse a esta oferta. Así que la gran mayoría entiende la cultura como fenómeno de evasión, no de integración o revaloración de uno mismo y su entorno.
En cuanto a datos sectoriales, el cine ha aumentado su facturación mínimamento, con una mayor demanda de pelúculas con doblaje catalán. En el apartado negativo, ha caído la música en vivo, aunque la industria dicográfica sí que ha aumentado su facturación. Los museos, las bibliotecas y las galerías también han crecido, y el teatro se ha mantenido estable tras recuperarse de la depresión del 1-O. El gasto privado en cultura ha crecido un 1,1 por ciento, con un total de 5.333 millones de euros.