Cuando llegue el próximo primero de diciembre, otros mexicanos tomarán el poder que se ganaron por vía democrática, pero son de distinto pensar político, económico, histórico; parece que también traen una visión antropológica distinta.
La llegada al poder de mexicanas y mexicanos, que anuncian un proyecto para el país, distinto, que está plagado de interrogantes, pero que ya está a la puerta. Entre las muchas zozobras que surgen, una de ellas es la que se relaciona con la separación de la política y la economía que no deja de ser un verdadero quebradero de cabeza.
La pregunta inicial es si será posible tal separación, porque hasta el momento no lo ha sido, ya que se quedó como principio en la jerga política: “Un político pobre, es un pobre político”. Todos nos lo fumábamos como si fuera una correcta afirmación metafísica, sociológica, moral. El Papa Francisco dice a este respecto:
“La política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y a los paradigmas eficientistas de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana.
La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación.
La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo” (Encíclica Laudato Sí, núm. 189).
A las puertas de una nueva administración, lo peor que le puede pasar al país, es que sea un ejercicio de “más de lo mismo”. Se escucha mucho la consigna de que le vaya bien al nuevo gobierno, para que nos vaya bien a todos. Es correcto.
Pero cuesta mucho el estar en una nueva sintonía. No tenemos modelos anteriores y no nos faltan burlas como la que se trasmite en algunas redes sociales, que hablan de una manera nueva de llegar al primero de diciembre, con un atajo de burros y cabras que corren al Congreso de la Unión para el cambio de poderes. ¡No! Respeto.