1er acto (Candidato en campaña).
Aparece Andrés Manuel vestido con túnica de manta blanca y huaraches de Oaxaca. Su largo pelo plateado ondea con el aire; mientras sus collares de flores alrededor del cuello brillan con intensidad.
Hace el signo de amor y paz. Su mano izquierda amaciza un bastón de madera. Con voz pausada, AMLO dice a la multitud: “habrá un retiro paulatino y programado del Ejército y la Marina a sus cuarteles.
Porque “Calderón convirtió el país en un cementerio con una guerra absurda que ha dejado hasta ahora (porque le dio continuidad Peña) 210 mil asesinatos y más de 1 millón de víctimas por la violencia” (29-03-2017). La gente lo aclama enloquecida. El hace el signo de amor y paz.
2o acto (Presidente electo).
Bien peinado, sin túnica, flores o guaraches. Y entrajado en un terno del color de sus canas y una corbata color tinto; AMLO expone: Creo que mejor, “el Ejército dejará de ser usado como instrumento de guerra y represión para convertirse en un Ejército de paz para el respeto a los derechos humanos”. Si, transformaremos “el Ejército y la Marina para crear una Guardia Nacional, que ayude a pacificar al país y no para ‘reprimir’ al pueblo de México” (7-9-2018).
Enfrentaremos el problema “de inseguridad y violencia en el país, sin el uso de la fuerza” (2-10-2018).
3er acto (Presidente casi constitucional).
Aparece un desmelenado AMLO, con ojeras, el mismo traje, igual camisa pero sin corbata y dice: “nunca me imaginé que fuera tanta la violencia e inseguridad en el país”.
Seguro, los neofifís conservadores me criticarán porque mi propuesta de seguridad no se diferencia de las de Calderón y Peña. Me acusarán de continuista.
Y otros, hasta se atreverán a decir que volveré “a militarizar al país, al cambiar solo de actores, sin garantizar la protección de los derechos humanos, ni resolver el problema de seguridad pública que enfrenta México”.
Pero si se ponen en ese plan, pues mejor hago una consulta”. “Y, ¿mi seguridad apá?” Gritan aterrorizados los asistentes a esta tragicomedia nacional.
