La XXVI Cumbre Iberoamericana celebrada en Antigua, Guatemala, estuvo marcada por la situación migratoria que inicia en Centroamérica con destino a los Estados Unidos. Miles de centroamericanos de El Salvador, Honduras y Guatemala han estado en el foco de atención mundial, por las caravanas que están atravesando México con destino a Tijuana.
A esta ola migrante, también hay que agregar la salida de nicaragüenses de su país, por la situación política y las acciones de represión que ha realizado el gobierno de Daniel Ortega; y por otra parte, más de dos millones de venezolanos que han abandonado su país por la crisis institucional y humanitaria que existe.
Ante esta situación, los líderes de los 22 países que integran la Cumbre Iberoamericana se pronunciaron por la construcción de una agenda común que contemple mecanismos de integración y diálogo, y sobre todo, incorpore las capacidades de los gobiernos locales como actores principales para la estrategia de atención de esta situación.
La dimensión de esta crisis humanitaria debe ser atendida de manera conjunta, pero sobre todo, se debe de comenzar a entender y atender el origen de estas expulsiones masivas, que por todos es conocida por la situación de pobreza y violencia que prevalece en estos países, además de las situaciones políticas que están también generando una salida cada vez mayor de habitantes.
La migración tradicional, que se calcula sea de unas 300 mil personas anualmente que cruzan México de manera ilegal, ahora ha tomado forma de caravanas organizadas. Este fenómeno migratorio le ha perdido el miedo a la clandestinidad, caminan con el rostro descubierto, en un claro mensaje al mundo de que existen y buscan la oportunidad de una vida mejor, esa que les ha sido negada en sus países de origen. El reto iberoamericano es darle una nueva opción de vida de miles de personas que exigen un trato digno e inclusivo, ¿no cree Usted?
