El mensaje que el miércoles envió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para condenar el espectáculo de ERC en el Pleno del Congreso no dejó contenta a toda su bancada. El sector más crítico con la dirección socialista actual expresaba ayer su malestar por las casi cuatro horas que el jefe del Ejecutivo tardó en reaccionar.
Sánchez no estaba en el Congreso cuando sucedieron los hechos pero según fuentes socialistas «se enteró rápidamente». Sin embargo, tardó tanto en enviar el mensaje que cuando lo hizo casi toda su bancada había condenado ya la actitud de ERC a través de las redes sociales.
«Llevábamos toda la mañana condenando lo que había pasado. Lo que no entendíamos es que no dijera nada», censura un diputado del sector más crítico. Pero no solo resquemó la tardía y equidistante respuesta de Sánchez. La portavoz del Grupo Socialista, Adriana Lastra, también fue objeto de críticas por su tibieza al referirse el miércoles al altercado. «Los debates siempre son duros en la cámara y lo que tenemos que llegar a acuerdos», expresó Lastra, que rebajó la gravedad de los sucedido en el hemiciclo y relató que no vio ningún escupitajo pero sí «un además de escupir». Unas palabras que censuraron los diputados del PSOE más conservadores.
Pero en reproches fueron más allá el Partido Popular y Ciudadanos. El diputado del PP Fernando Martínez-Maillo lamentó que el presidente del Gobierno pusiera «contra las cuerdas» al ministro de Exteriores, Josep Borrell, por no señalar la pérdida de tono parlamentario del diputado de ERC, Gabriel Rufián. «Me sorprende que el señor Sánchez no proteja a su ministro, que ha hecho frente al independentismo», declaró Martínez-Maillo, que sugirió que «quizá (no le defendió) porque la presidencia del Gobierno se la debe a Rufián».
Martínez-Maillo, además, exculpó a su partido de crear tensión dentro del Congreso después de que el miércoles a última hora de la tarde Sánchez exigiese disculpas al líder del PP, Pablo Casado, y a Rufián por «difamar» en el hemiciclo. Según el diputado popular, su grupo parlamentario no tiene que disculparse porque «el lío fue entre Borrell y Rufián».
«Lamentable»
El diputado del PP Jesús Posada también censuró que el presidente del Gobierno equiparase el comportamiento del político independentista con las intervenciones de Casado en el Pleno. «La comparación es muy desafortunada», manifestó Posada, que el miércoles aplaudió y defendió públicamente a Josep Borrell. Otro representante popular, Carlos Rojas, calificó la reacción del jefe del Ejecutivo de la siguiente manera: «Ha pegado un giro a la radicalidad y la verdad que es una pena, lamentable».
Por su parte, el líder de Cs, Albert Rivera, declaró ayer que Sánchez está «más cómodo con los que escupen, que con los que defienden la democracia». Durante una rueda de prensa en la Cámara Baja, Rivera pidió al «sanchismo» que volviera al bando constitucionalista donde el miércoles se aplaudió a Borrell frente y se condenó cada uno de los insultos de los soberanistas catalanes.
El líder de Cs considera que la imagen «lamentable» que se vivió en la Cámara Baja deviene de que a Sánchez se le fue el «Frankenstein de la manos», en otras palabras, que sus socios de la moción de censura le tienen atado de pies y manos. En este contexto, Rivera anunció que en la próxima ponencia para reformar la Ley Electoral propondrán un 3% de corte electoral a nivel nacional para evitar que grupos minoritarios que sean «separatistas y populistas» tengan representación parlamentaria.
Mientras tanto, los dos protagonistas del espectáculo, Rufián, y el diputado al que el ministro acusó de escupirle, Jordi Salvador, no solo no hicieron ayer autocrítica alguna sino que se reafirmaron en la política de insultos y cargaron de nuevo contra el Gobierno y contra el titular de Exteriores. A su llegada a la Cámara Baja, Salvador aseguró que el ministro había mentido y que actuó con «mala fe» al acusarle de haberle escupido al abandonar el Pleno. Aunque sí reconoció haber hecho un gesto de «buff» insistió en no haber lanzado ninguna salivada.
Mensajes de apoyo
Además, subrayó que ningún miembro de su grupo hizo nada reprochable y que todo lo visto ayer es solo «política». En la misma línea, Rufián, a través de Twitter, publicó una imagen de Borrell acompañada del siguiente mensaje «Hacia hooligans, mentirosos, ningún respeto, ningún perdón». Y a su llegada al hemiciclo dijo no darse por aludido por el mensaje enviado por Sánchez. «Espero que lo diga por su ministro, mentiroso desde ayer», subrayó.
Rufián acusó al titular de Exteriores de poner una «diana» sobre Salvador y exigió su dimisión. En este sentido, Salvador relató a la prensa a primera hora de la mañana que diputados socialistas sentados «en las primeras filas», esto es cercanos a la dirección actual, le enviaron mensajes dándole la razón en el episodio. Sin embargo, no quiso decir nombres ni enseñar los mensajes recibidos por lo que la acusación aumentó aún más el malestar de los socialistas con Salvador al considerar imposible que ningún miembro de su grupo y menos de las primeras filas -las más cercanas al Gobierno- haya podido ponerse de su parte.