Tiene forma de serpiente, o de espiral encerrada en sí misma. En el centro, el brillo atrayente de un fenómeno cósmico lejano. Le espera un futuro incierto, violento, explosivo. Se trata de una estrella de un tipo conocido como Wolf-Rayet y puede ser el origen de uno de los acontecimientos más energéticos y misteriosos conocidos en el universo: un brote de rayos gamma (conocidos como GRB por sus siglas en inglés) . La fotografía capturada por el instrumento VISIR (un espectrómetro de infrarrojos) del telescopio VLT puede ser la representación del instante previo a la gestación de uno de esos GRB. Nunca antes se había fotografiado con detalle la fuente original de estos violentos fenómenos.
Es, además, la primera vez que se descubre un sistema así en nuestra galaxia. Ya era difícil capturar la fuente de un GRB. Más impensable que esa fuente estuviera en nuestro vecindario galáctico. El sistema estelar ahora encontrado está formado por un nido de estrellas masivas circundado por un molinillo de polvo. De momento, no tiene nombre, solo se le conoce por su nomenclatura de catálogo estelar: 2XMM J160050.7-514245. Afortunadamente, los científicos que ha realizado el descubrimiento, dirigidos por el astrónomo del Instituto Holandés de Radioastronomía Joseph Callingham, le ha puesto al astro un apodo: Apep.
Un GRB es una violenta manifestación de la energía que alberga el Universo. Suele durar entre una centésima de segundo o varias horas y consiste en la emisión de tanta luz (en ese lapso de tiempo) como la que emitirá el Sol en toda su existencia. Se considera que un GRB es «largo» cuando dura más de dos segundos. Muchos científicos creen que esos GRB largos están provocados por la explosión en forma de supernova de una estrella del tipo Wolf-Rayet.
¿Qué son esas estrellas? Algunas estrellas muy masivas acaban sus días convertidas en ello. Sobre todo las estrellas que tiene 20 y 30 veces la masa de nuestro Sol. Al final de sus días muestran temperaturas superficiales de entre 25.000 y 50.000 grados (el Sol tiene 5.000 grados) y en su periplo por el cosmos van perdiendo parte de su masa debido a los intensos vientos estelares a las que están sometidas. Son una especie de monstruo moribundo y lleno de ira.
En su estado de estrella Wolf-Rayet viven muy poco tiempo, quizás unos cientos de miles de años (que es un suspiro en la vida de un astro: el Sol vivirá unos 15.000 millones de años). En ese tiempo brevísimo lanzan al espacio ingentes cantidades de materia en forma de viento estelar que viaja a millones de kilómetros por hora. En concreto, las eyecciones de Apep se ha calculado que se mueven a doce millones de kilómetros por hora.
En el centro de este sistema hay una estrella triple. En realidad nació como una estrella doble a la que la gravedad hizo que se pegase otra estrella solitaria. Los telescopios solo han podido capturar el brillo de la estrella doble. Pero la cantidad de energía emitida en ese espirar serpenteante de materia galáctica hace pensar que exista un tercer astro.
Precisamente, el juego de estrellas binarias es el responsable de la forma de sistema. Igual que el aire que se mueve alrededor de las bolas que hace girar un boleador de la Pampa argentina, la materia interestelar se desplaza alrededor de las dos estrellas que giran una en torno a la otra. Y forma vórtices en forma de espiral que pueden capturarse a través de telescopios terrestres.
Haber capturado por primera vez una fuente de GRB es de vital importancia. Y que se haya visto en la Vía Láctea aún más. Las fuentes de GRB hasta ahora propuestas eran todas lejanísimas, a miles de millones de años luz. Desde que se descubrieron los primeros brotes en los años 60 del siglo pasado, se han propuesto decenas de teorías sobre su origen. Esta imagen presentada ayer podría poner fin al debate.