El vampiro moderno ha evolucionado.
Del cine silente al tradicional, de la pantalla abierta a la plataforma streaming, del terrible conde Graf Orlock (Nosferatu, F.W. Murnau. 1922) y del conde Mora (La Marca Del Vampiro T. Browning, 1935), a los más delicados y encantadores personajes de la narrativa gótica rosa.
El género hadado Bestsellers que recrean el mundo del vampirismo a través de romances adolescentes que combinan la sangre y el azúcar. Historias de personajes terribles que a la postre sucumben al candor de los encantos femeninos y, a partir del amor, pierden su más pura esencia: la maldad.
Estos relatos literarios han sido llevados a formatos de entretenimiento más lucrativos. Por ejemplo, las polémicas películas de la saga vampírica de la autora Stephenie Meyer fueron un rotundo éxito en recaudaciones.
La reina de la literatura light gótica Anne Rice ofreció al mundo del entretenimiento un par de personajes de características más fortalecidas, el cruel John Lestat de Lioncourt y Louis de Pointe du Lac, el incomprendido. Al igual que L. J. Smith y su interminable historia colegial de los seductores hermanos Stefan y Damon Salvatore, quienes llevan un atractivo estilo de vida (como las Gilmore),y están enamorados de la misma chica.
En esas historias vampíricas también fluyen los amores adversos: lobos enamorados de las chicas vampiras, vampiros enamorados de humanas, híbridos (mitad lobos mitad vampiro) enamorados de brujas y cazadoras enamoradas de sus némesis.
Como en la serie (de culto) transmitida por siete temporadas en la década de los noventa, Buffy, la adolescente rubia, que tiene dos debilidades: Ángel y Spike, dos vampiros que recobran el alma. Y con quienes la cazadora batalla salvando a la humanidad de los peligros de la boca del infierno.
La verdadera sangre y los que recorren el inframundo. Larga lista de títulos. Una interminable luna y crepúsculo de miel (gracias a Netflix, Claravideo y HBO). ¡Uf!