Magnánima, en su más pura etimología: con un alma grande. Así se define la muestra que Artium dedica a Menchu Lamas (Vigo, 1954), única mujer fundadora y perteneciente del movimiento artístico de los ochenta surgido en Galicia bajo el nombre de Grupo Atlántica. Comisariada por Luis Francisco Pérez, se disponen obras de los últimos años de la gallega, obras, todas de gran formato, en las que la esencia compositiva de la artista sigue marcando un estilo diferenciado y reconocible: Las referencias claras del Action Painting americano, con sus grandísimos formatos influidos por la parte más mística de Rothko o Barnet Newman; la ejecución de las figuras, limitando su expresión a gestos pictóricos simples e impulsivos, casi automáticos; y la aparente contradicción que contrasta con el abuso de formas que no dejan lugar al vacío.
Es sabido que Atlántica no pretendía ser un movimiento exclusivamente artístico; sus representantes se definían como «grupo humano» que cuestionaba las limitaciones artísticas, y es así como debemos encarar la muestra: como un ser vivo que se enfrenta al viaje y al constante movimiento propuesto por la plástica de esta artista. Cabe destacar que el hallazgo más inesperado y sorpresivo son unas piezas en blanco y negro, cual sombras chinescas que, siendo las más estáticas de todo el recorrido, son las que más aluden al constante tránsito que propone la exposición.
Está claro que la explosión de colores y formas, que consiguen introducirnos de lleno en cualquiera de las piezas, tiene como uno de sus principales fuertes recuperar la figura de una mujer, artista, representante de toda una época y que, sin ser ésta el exponente más representativo del movimiento es sin duda el ejemplo claro de lo que ha sucedido en nuestro país en los últimos treinta años, de ahí el adjetivo de apertura, la intención profunda de la cita, la nobleza del reconocimiento a la única participante del grupo con sus creaciones de éstos últimos años.
Colores nómadas
conecta con diferentes aspectos del individuo: las geometrías como síntesis; las arquitecturas como representación del sujeto y del colectivo; las espirales como encrucijadas y las piezas múltiples que componen un todo, como partes de un gran puzle, de una civilización, de un grupo, de un todo mayor que puede crecer como un rizoma o una espora, multiplicándose de manera intuitiva e impulsiva. También encontramos murales como huellas, como algo caduco llamado a desvanecerse, que conforman una muestra cargada de vibrantes colores en duro contraste con el negro.
Menchu Lamas
Colores nómadas
. Artium. Vitoria. C/ Francia, 24. Comisario: Luis F. Pérez. Hasta el 20 de enero.