Él se levanta y va hacia la línea de disparo. Pero no anda con el temor de un condenado a muerte, ni con la sangre helada de un verdugo. ¡No! A Jorge Grau Potrillé lo mueve la serenidad y la confianza de quien vive dispuesto a conquistar el centro de cualquier diana.
A sus 31 años, al guantanamero miembro del equipo cubano de pistola neumática lo persigue una estela de resultados relevantes a nivel nacional y también fuera de fronteras, entre los que prevalecen los más recientes conseguidos en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla del verano pasado.
—¿Cuál fue la fórmula que te llevó a ser el principal multimedallista entre los hombres de la cita centrocaribeña con esas cinco preseas doradas, una plateada y una de bronce?
—A Barranquilla llegamos con una muy buena preparación, incluso logramos competir internacionalmente que es uno de los factores que más nos golpea en los ciclos competitivos e igualmente fue fundamental el apoyo de mis compañeros de equipo y de los entrenadores, más la disciplina.
«En lo personal no, fui buscando cantidad de medallas, solo un buen resultado porque siempre que tiro trato de hacer mi mejor disparo, lo demás sale solo».
—También tuviste la oportunidad de competir en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. ¿Cómo valoras la experiencia?
—En esas olimpiadas mis resultados fueron lamentables (lugar 27 en la prueba de pistola a 50 metros y el 37 en la de aire a diez metros). Una competencia a la que llegué solo, sin mi entrenador Vicente de la Cruz quien, como ha pasado en otros torneos, no viajó conmigo.
«Y he aquí una triste realidad: mirar al público y ver y sentir el apoyo de muchos, algo que, por supuesto, se agradece, pero no hallar ese par de ojos extras que necesitas para que te guíe.
«Es en ese momento en que se sufre esa ausencia, cuando uno reafirma que el tiro es un deporte individual en el que se trabaja en colectivo, pues muchas veces son nuestros compañeros quienes tienen que desempeñar el papel de mentor».
—¿Qué certámenes mantienes en la mira en lo que resta de ciclo olímpico?
—Primero la Copa Americana de tiro en Guadalajara, a la que iremos en busca de clasificar a Tokio, luego lo primordial son los Juegos Panamericanos de Lima. Después de ese compromiso entonces será momento de enfocarse en las olimpiadas de 2020.
—¿Según tu criterio ha sido la preparación de cara a estos torneos tan fuerte como la que recibieron para los Centroamericanos?
—Lamentablemente no. Después de Barranquilla no habíamos tenido otra oportunidad de competir internacionalmente hasta este mes de noviembre, a pesar de que en septiembre, del 1 al 14 se celebró en Changwon, Corea del Sur, el Mundial de la disciplina.
«No asistir a ese evento fue algo que le dolió al equipo, porque teníamos condiciones para lograr un buen resultado y no lo digo por mí, sino más bien por varios de mis compañeros que lo merecían».
—Imagino que lo menciones en parte por la medalla de bronce de Jorge Félix Álvarez en la Copa del orbe de Múnich, Alemania, en mayo último, pero: ¿qué tan separado está el tiro cubano del nivel que ostenta el resto del mundo?
—La diferencia es abismal, eso es innegable, y no voy a hablar de carencias materiales porque todos las conocemos, pero por fortuna nosotros contamos con unas armas que son tan efectivas como las que empleamos en el deporte, y esas son la constancia y los deseos de superarnos diariamente. Y ahí están los resultados que lo demuestran.
—Eres un campeón no tan reconocido como otras figuras del deporte cubano, a pesar de tu palmarés. ¿Cuánto esta cierta invisibilidad influye en ti?
—No trabajo para hacerme famoso. En los 15 años de mi carrera deportiva he recibido críticas tanto buenas como malas, de las cuales he tomado lo que verdaderamente me aporta como atleta y como persona.
«Que se me reconozca o no para mí cae en un segundo plano, lo más importante es la familia y los amigos, esos sí que influyen, y mucho».
—¿Qué te queda de Guantánamo?
—Mi madre, mi hermana, la casa en que crecí, los amigos de toda la vida, los compañeros de equipo, los entrenadores que me iniciaron y un nombre que no puedo dejar de mencionar, el de Abdel Rosales, actual comisionado provincial de tiro.
«A él le debo toda la atención y la preocupación que recibo de mi ciudad natal».
—¿Hasta cuándo estará Jorge Grau empuñando un arma?
— Hasta que deje de gustarme.